El tren pucelano había salido con fuerza de la estación marcando su próxima estación en la segunda victoria de la temporada. Sobraba madera para las calderas de una locomotora en la que Porras y Paco López eran los maquinistas (8-3).
Con el Cuenca enredado en la telaraña tejida por Paco López y Ávila, Zupo Equisoain pidió un tiempo muerto para planear un plan de fuga. Nacho González correspondió soltando a la pista a Corzo. El cubano aún tenía la cabeza en Catar y cantaba unas cuantas octavas por debajo de sus compañeros, desafinando en un recital del que el Globalcaja era público. Los castellanomanchegos continuaban vagando por el desierto y sólo Lipovina tenía una varita zahorí que podía salvarlos de la deshidratación.
El encuentro entró en una fase de locura y dureza que terminó con Sorrentino sumando su tercera exclusión y con Leo Renaud anotando desde los siete metros, con el tiempo cumplido, el gol que ponía punto y final a la primera parte (14-10).
El segundo periodo comenzó con el Cuenca empeñado en meterse en el partido. César Pérez y un Bozovic desatado intentaron borrar las intenciones conquenses, lideradas por Frade. Cuando la ventaja se redujo a dos goles (16-14), Nacho González recurrió al tiempo muerto para recolocar sus filas. Su equipo estaba viviendo de las rentas del primer periodo.
El Cuatro Rayas de la primera parte comenzó a esfumarse. Perdido en la defensa del Cuenca, las fuerzas comenzaban a ser un bien muy preciado. Pudo haber vuelto a la renta tranquila, pero Fernando Hernández no supo aprovechar sus momentos de intimidad con un Oliva que mantenía a los suyos con las esperanzas intactas.
Renaud, desde los siete metros culminó un parcial de 2-6 que reseteaba el partido (16-16). En inferioridad, el Globalcaja no sólo supo mantener el tipo, sino que consiguió su primera renta del partido. La inercia movía los hilos de los chicos de Zupo, que iban en línea ascendente y zancadilleaba a los vallisoletanos, que quemaban en los metros finales cada cartucho que les quedaba en el tambor.
La pólvora del Cuatro Rayas la mojaba Oliva, que creció bajo la portería conquense hasta cotas insospechadas, y Lipovina se encargaba de terminar de borrar a los vallisoletanos de la pista. Cada vez que Renaud encontraba a Frade, el guión echaba más de menos la participación de Peciña. El Globalcaja se terminó de quitar la soga del cuello para poner sobre sus hombros la máscara del verdugo (22-25), enviando a un Balonmano Valladolid, que no sabe lo que es ganar desde la primera jornada, a escasos metros de la hoguera que significan los puestos de descenso.
El próximo martes, el Cuatro Rayas tendrá en Aranda la posibilidad de expiar sus pecados y tomar aire en casa de uno de los rivales directos en la lucha por la permanencia.
Ficha Técnica:
Cuatro Rayas Valladolid (14+8): César Pérez (p.), Porras (3), Fernando Hernández (5, 1p.), Paco López (3), Alberto Camino (1), Megías (2) y Bozovic (3) -Siete inicial- También jugaron: Ávila (2), Corzo (1), Isma Juárez (2, 1p.), Nico López (-).
Globalcaja Ciudad Encantada (10+15): De Hita (p.), Sorrentino (-), Mendoza (-) Sifré (4), Gonzalo (1), Renaud (4, 2p.) y Dzokic (1) -Siete inicial- También jugaron: Oliva (p.s.), Lipovina (9, 1p.), Milosevic (1), Frade (5).
Parciales : 3-2, 7-3, 9-4, 12-6, 13-7, 14-10 - Descanso- 15-12, 16-14, 16-15, 17-18, 19-21 y 22-25 -Final-
Árbitros: Gude Prego y Gude Prego (Federación vasca). Excluyeron a Ávila (Min.7, min. 32), Paco López (Min.23), Fernando Hernández (Min.25) por parte del Cuatro Rayas y a Sorrentino (MIn.10, 22, 29), Mendoza (Min. 25, 34), Milosevic (Min.47), Frade (MIn.55) por parte del Globalcaja Cuenca.
Incidencias: Partido correspondiente a la decimosegunda jornada de la Liga Asobal, celebrado en el Polideportivo Huerta del Rey ante, aproximadamente, 2.000 espectadores. En los prolegómenos del partido, el club hizo entrega de una camiseta firmada por los jugadores a Javier Arroyo, presidente de la Asociación Vallisoletana contra el cáncer.
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