En aquellos meses, prácticamente nadie apostaba por nosotros, dijeron entonces “sesudos periodistas de salón” que apenas duraríamos hasta las Elecciones Generales de marzo de 2008, donde nos auguraban un sonoro batacazo, de hecho, la inmensa mayoría de los medios de comunicación ni nos nombraba en sus periódicos, emisoras de radio o canales de televisión, si acaso, algunos nos citaban escuetamente para decir que éramos el proyecto unipersonal de una “exsocialista cabreada”, Rosa Diez. Ni que decir tiene, que todos ellos erraron en sus pronósticos.
Hoy, seis años después, UPyD se ha consolidado en el panorama político español como un partido reconocido por muchos ciudadanos como alternativa creíble al bipartidismo imperante, prueba de ello es que numerosas encuestas, incluso la del CIS, nos reconocen un fuerte incremento en la intención de voto (algunas de ellas, incluso con un apoyo de más del 10%), y lo que es más importante, gran parte de este crecimiento lo tenemos en el caladero de los jóvenes y de los nuevos votantes.
Gran parte de este reconocimiento es, como se dijo en el acto de celebración del sexto aniversario, por la percepción que tienen muchos ciudadanos de la pertinaz defensa que hacemos del proyecto común de España, como garantía de la igualdad de todos los españoles independientemente del lugar donde residamos, al igual que han visto que nuestro máximo interés es defender los derechos del ciudadano y no de los territorios, frente a los continuos envites del nacionalismo secesionista, y la tibieza en la respuesta, cuando no el seguidismo acomplejado, de los dos grandes partidos.
Nuestros principios fundacionales siguen tan vigentes como hace seis años, seguimos siendo como entonces un partido de eminente vocación nacional, que tiene el mismo discurso en todas las partes de España; seguimos actuando como un partido profundamente progresista en sus planteamientos, que no sectario, porque progresista es por ejemplo querer cambiar la forma de elección de los órganos de gobierno del poder judicial, para garantizar con ello la independencia de la Justicia; y continuamos considerándonos un partido transversal, porque creemos firmemente que las etiquetas de derechas o de izquierdas son más propias del siglo pasado y que lo importante no es el origen ideológico de las políticas que se adopten, sino el que éstas beneficien al ciudadano.
Castilla-La Mancha no es una excepción a esta consolidación del proyecto de UPyD, lógicamente el punto de partida del que partíamos, era, si cabe, más difícil que en otras partes de España, por el peso aún mayor de los dos partidos grandes partidos en nuestra región y por la peculiar radiografía de la sociedad castellano-manchega, tradicional y más reacia a los cambios que otras regiones españolas, a pesar de los sucesivos gobiernos ineficaces que hemos padecido y por lo que seguimos estando en el vagón de cola del conjunto de las Comunidades Autónomas españolas.
Por último, creo firmemente, que a pesar de los intentos de algunos voceros en propagar los peligros infundados del retroceso del bipartidismo para la estabilidad del país, o de acrecentar y presuponer interesadamente repetidos episodios de crisis interna en UPyD, en los próximos años seremos un partido necesario y fundamental para decidir, no solo los Gobiernos que se formen, nacional, autonómicos y locales, sino lo que es más importante, para decidir las políticas que los diferentes ejecutivos implanten en el Estado, las Comunidades Autónomas y los municipios.
Jesús M. Ruiz Ormeño
Responsable de Estudios y Programas del Consejo Territorial de UPyD en Castilla La Mancha.