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Tras las huellas de una Alcarria por descubrir, la conquense

Tras las huellas de una Alcarria por descubrir, la conquense

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
martes 14 de julio de 2015, 18:17h

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Entre los tesoros que esconde la Alcarria conquense, hay uno que en realidad se encuentra a la vista de todos y que es especialmente valioso: un cielo nocturno con muy baja contaminación lumínica. De hecho, sin estar totalmente a salvo, es la zona más cercana a la capital de España que menos la acusa. Por ello la Agrupación Astronómica de Madrid (AAM) la eligió hace tiempo como su área de observación del firmamento, aunque no fue hasta 2010 cuando encontró una ubicación permanente en la pedanía optense de Bonilla.

Allí se celebra ‘AstroBonilla: la fiesta ºde las estrellas’, una cita anual que, a punto de cumplir su 6ª edición, se ha convertido en una “referencia imprescindible” para todos los amantes y aficionados a la Astronomía en nuestro país, tal y como nos ha contado su presidenta, Araceli Lumbreras, con la que hemos conversado en la sede que esta organización tiene en la capital. Las próximas jornadas, que se desarrollarán desde el viernes 17 hasta el domingo 19 de julio, contarán con una participación de entre 80 y 90 personas, además de la población rural de los pueblos de la zona. Muchos se acercan con curiosidad y se acaba despertando en ellos una afición.

Ermita y vista general de Bonilla. Foto: María Arranz (AAM).

Algunas actividades como las charlas, conferencias y reuniones, se realizan en la ermita de Bonilla, mientras que otras más lúdicas y participativas, como la comida de hermandad, se ubican en la plaza del pueblo, trasladándose para las observaciones diurnas y nocturnas al área cedida en su día por el Ayuntamiento de Huete, que tuvo entonces que iniciar un expediente de permuta con el anterior propietario, ya que los terrenos en aquel momento no le pertenecían, según ha aclarado su alcalde, Fernando Romero.

El tornado de 2013 causó graves daños en el Observatorio, que no está plenamente operativo

La AAM cuenta con dos edificios equipados con tres telescopios monitorizados y una estación observación de meteoros, aunque actualmente no están plenamente operativos por el tornado que en marzo de 2013 destruyó parte de las instalaciones —como el techo móvil que se levantó por completo—, causando una avería muy grande para cuya reparación no cuentan con presupuesto. Según su presidenta, la agrupación vive prácticamente de las cuotas de los socios, ya que su actividad no solo no genera beneficios, sino que en ocasiones ni siquiera cubren gastos y las ayudas institucionales a veces son tan exigentes que es más costoso pedirlas que autofinanciarse. Por el momento, montan los telescopios en las cuatro zonas delimitadas con bloques de cemento —donde el suelo está suelo nivelado y el techo sin cubrir— que moderan la incidencia del viento y protegen el instrumental.

Cartel indicador del 'Mirador de las Estrellas' de Bonilla.

Aunque para Lumbreras el “turismo astronómico” es “minoritario y muy selecto” porque tiene un propósito concreto y se acerca más a las expediciones científicas, aunque sea en nivel de aficionado, es un recurso “muy modesto al que los habitantes de esta zona pueden acceder pues en ‘Astrobonilla’ preparan actividades y talleres para todos los niveles y públicos, también para niños. Por ello, la presidenta les anima a participar y encontrar “una forma de placer y disfrute de la naturaleza que desconocen”, que “parece inalcanzable y sin embargo está al alcance de todo el mundo” y que además cuenta con otra ventaja: la “necesidad de aproximarse a la ciencia” para poder comprender y disfrutar plenamente del deseo y la afición de observar el firmamento. En su opinión, esto conforma el carácter de las personas cambiando su forma de pensar y de relacionarse con el entorno, obligándoles a una serie de procesos que no solo se aplican en este campo sino en todos los aspectos de la vida y teniendo, por tanto, una repercusión mayor que la del puro divertimento.

Asistentes a 'Astrobonilla' preparando sus telescopios. Foto: María Arranz (AAM).

Además, la celebración de esta “fiesta de las estrellas” actúa como un revitalizador de la zona pues, como recuerda el primer edil optense, tiene repercusión a nivel nacional e incrementa la actividad económica, sobre todo en el sector de la hostelería, tanto en esa pedanía como en Caracenilla y Huete. Así lo confirma Judit Muñoz, propietaria del hotel rural y restaurante ‘El Borbotón’ de Huete, quien asegura que ese fin de semana cuentan con una ocupación casi asegurada del 50 por ciento de sus habitaciones, además del servicio de comidas al mediodía, de bocadillos y bebidas para la noche y de la publicidad en la página web de la AAM sin ningún coste. Romero explica cómo, aunque desde el consistorio no les pueden prestar apoyo económico, sí lo hacen con medios técnicos y actualmente están intentando que los amantes de la Astronomía puedan tener una casa en Bonilla para acudir los fines de semana y ampliar así su estancia en el pueblo.

Vista aérea del área completa de observación de Bonilla.

Cuidar la oscuridad natural del cielo como un bien necesario que tiende a desaparecer

Pero, ¿qué más se puede hacer para fomentar la celebración de actividades como esta? Para la presidenta de la agrupación madrileña lo primordial es cuidar la oscuridad natural del cielo, un derecho reconocido y un bien “absolutamente necesario” para la supervivencia de la especie. A su juicio, la sociedad no es consciente de lo mucho que necesita la observación del firmamento, no solo como recurso de conocimiento y ciencia sino también de seguridad. “Debería ser sistemática y permanente en todas las áreas del planeta pero no se respeta lo suficiente”, apunta.

El público general demanda luz por una cuestión tan sencilla como el miedo a la oscuridad, algo que, según Lumbreras, las grandes compañías eléctricas favorecen ya que se trata de una de las “partidas más jugosas”, lo que ha generado una “fiebre de iluminación” en las grandes ciudades —y en las pequeñas por emulación— por el deseo de vender fluido eléctrico. A esta luz que se pierde hacia el cielo se suma la de las carreteras de acceso, el tráfico aéreo, los molinos de viento —por los fogonazos de flash nocturnos— y, de forma inminente, los drones. Por todo ello, encontrar un cielo oscuro para su correcta observación es “poco menos que imposible” y progresivamente será "aún más difícil".

Sin embargo, la presidenta de la AAM explica que se podría canalizar la luz hacia el suelo y desarrollar sistemas para evitar la contaminación lumínica, pero los programas de ahorro y eficiencia energética en las grandes ciudades no se han impuesto. “Es algo de lo que estamos concienciando las asociaciones que defendemos un firmamento oscuro, un cielo que, tal y como hoy lo conocemos, tiende a desaparecer y que nuestros hijos ya no podrán ver”, reflexiona.

Más información sobre Astrobonilla’15 en www.aam.org.es y en el evento de Facebook.

M. Raspal
alcarriaesmas.com

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