Decía Thatcher que mientras Europa es el resultado de su propia historia, Estados Unidos es fruto de su filosofía; qué duda cabe que gran parte del éxito y la prosperidad del país se deba a ello, ya que desde su fundación acoge a personas que huían de sus reyes, sus políticos o sus sacerdotes con el simple objetivo de prosperar en libertad.
No es de extrañar, por tanto que a lo largo de su historia EEUU haya creado gran parte de las empresas más exitosas y con mejor imagen de marca del mundo, donde destaca la popularísima Apple, que representa como nadie la filosofía de la creatividad, la calidad y la innovación, cuyos fundadores Steve Wozniak y Steve Jobs crearon hace años en un garaje del estado de California.
Una de cada cien pequeñas empresas acaba convirtiéndose con el tiempo en una gran empresa. Apple es el ejemplo perfecto de ello, de como de la nada nace algo grande y útil para las personas, una compañía desarrollada en un ecosistema que alimenta la ambición y las ganas de prosperar como es la sociedad norteamericana.
Qué distinto es nuestro país donde a las grandes empresas se les presupone una maldad intrínseca y se les hace estar bajo una constante sospecha de no se sabe muy bien qué. El clima empresarial español es yermo y hostil, cultivado a lo largo de los siglos, donde el éxito personal, la ambición y el trabajo se ven con cierto recelo.
Imagínense por un momento qué pasaría si Steve Jobs hubiera intentado crear Apple en nuestro país.
En primer lugar se habría encontrado con la imposibilidad de comenzar en un garaje; tendría que haber dedicado todo su tiempo en buscar un emplazamiento que cumpliese con todas las normativas autonómicas y locales, y rellenar todos los permisos y licencias pertinentes hasta caer en el desánimo.
Pero pongamos que Steve Jobs hubiera ganado el primer asalto al sistema burocrático y tuviera un emplazamiento para su empresa. El siguiente escollo sería soportar la altísima cuota de autónomo que sólo es rentable para profesionales con beneficios altos, una empresa que comienza en pérdidas no puede soportar ese desembolso inicial, y más si le unimos los impuestos elevados.
En España, la solución a todo ello es la subvención: veríamos al bueno de Jobs recorriéndose de nuevo las distintas delegaciones y ventanillas varias en busca de una ayuda que haga a la empresa viable, experimentaría de primera mano el círculo vicioso que supone la burocratización de la vida empresarial, que sólo supone desincentivos, rigidez e impuestos altos. Parece evidente que a estas alturas del relato el creador de Apple hubiera emigrado a otro país.
Para evitar que nuestros Steve Jobs huyan o se vean sometidos al desánimo debemos crear un clima favorable al empresario, donde estos miren más a las necesidades de los clientes que a los boletines oficiales. Este es el objetivo de un grupo de jóvenes conquenses que han creado Acfice, una asociación cuya misión es la de fomentar el espíritu emprendedor a través de la formación y el asesoramiento, una labor tan difícil como vital.
Pueden informarse en la página http://acfice.blogspot.com/
Pablo Muñoz Miranzo
Twitter: @pmmiranzo
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