Para ello, en el caso del “gas envasado”, la Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales recuerda que es el usuario el que debe avisar cada cinco años para revisar su instalación. Ésta operación la debe efectuar una empresa instaladora a requerimiento del usuario, sin dejarse engañar por desconocidos que se ofrezcan a su domicilio para hacer la revisión. La empresa instaladora deberá emitir un certificado de revisión o un informe de anomalías, si las hubiera, con el que el usuario deberá avisar al servicio técnico correspondiente.
En el caso de que se trate de “gas canalizado”, la empresa avisará de la revisión y lo realizará la distribuidora, con cargo al usuario. Se realizará también cada cinco años y emitirá el correspondiente certificado de revisión, si es favorable. Si no lo fuera a causa del aparato de combustión se avisará al servicio técnico, pero si el problema fuera por la instalación, será la empresa la que lo deba corregir.
Los usuarios no deben olvidar que la caldera tiene que estar ubicada en un lugar ventilado, ya que por cada 2 metros cúbicos de gas que consumen queman también 20 metros cúbicos de aire.
La llama de la caldera debe vigilarse con regularidad y observar que sea de color azul; en caso contrario, puede deberse a que el quemador esté sucio o que haga una mala combustión y, en ese caso, será necesario avisar a un técnico inmediatamente. También se avisará a un técnico si la presión de la caldera, que se debe situar en 1,3 bares en frio, disminuyera sola, ya que puede indicar fugas en algún grifo de la instalación.
Además, desde la Dirección General de Salud Pública se recomienda mantener bien ventiladas las habitaciones en donde estén instalados braseros o calentadores de gas y apagarlos adecuadamente antes de abandonar la habitación.
Monóxido de carbono
Es importante recordar que el principal gas que se produce en un aparato de combustión de gas, estufas o calderas (de gas natural, propano o butano) es el monóxido de carbono, un gas inodoro e incoloro pero altamente tóxico. Si se respira en niveles muy altos puede causar la muerte en unos minutos, ya que sustituye al oxígeno en la hemoglobina de la sangre. La inhalación lenta, de menor concentración de gas, puede causar cefaleas, cuadros de mareos con zumbido de oídos, náuseas y vómitos, además de dolores abdominales y sensación de palpitaciones. A continuación, se puede llegar hasta el coma, adquiriendo la piel una típica coloración rojo cereza, aunque no en todos los casos.
Cada año, un número siempre evitable de personas pierde la vida accidentalmente debido al envenenamiento por este gas. Especialmente sensibles a este gas son las mujeres embarazadas y sus bebés, los niños pequeños, las personas mayores y las que sufren de anemia, problemas del corazón o respiratorios.