Rajoy negó hasta tres veces que la corrupción política fuera un problema para los españoles, algo que indica su desconocimiento y alejamiento de la realidad de su propio país. En la última encuesta del CIS sobre los temas que más nos preocupan, la clase política y los partidos políticos ocupan el tercer lugar, solo superados (lógicamente) por el desempleo y la situación económica. Por otra parte y tal y como indica Transparencia Internacional a través de la Fundación Ortega y Gasset, España continúa situada en el puesto quince entre los países de la Unión Europea y en el trigésimo primero a nivel mundial, muy alejada de los países políticamente más transparentes y que controlan la corrupción. Antonio Garrigues ha recordado a Rajoy que, mientras Dinamarca obtiene una puntuación de 9,5 (sobre 10), España lleva años fluctuando en torno al 6, una puntuación mediocre que nos aleja de los puestos de cabeza a los que debemos aspirar.
Otro tema que Rajoy desestima es el cambio de la Ley Electoral, tal y como ya ha solicitad el Grupo de UPyD en el Congreso. Rajoy considera razonable e inamovible una Ley Electoral que favorece que el voto no valga lo mismo en función del lugar donde se emite, que deja sin voz en las instituciones a cientos de miles de ciudadanos y que propicia que partidos localistas y, en muchas ocasiones, con intereses contrarios al bien común manipulen y controlen la política española a partir de “mayorías necesarias” y espurias. El nuevo y flamante Presidente de Gobierno se permite incluso omitir las recomendaciones que a este respecto realizó el Consejo de Estado en 2009.
No obstante, es comprensible la actitud de Rajoy dado que el bipartidismo y el “turno pacífico” entre PP y PSOE (PPSOE) se sustenta precisamente en esta ley injusta pero necesaria para mantener en la élite a esta nueva aristocracia política que se sucede indefinidamente elección tras elección.
Rajoy, tras el seguro muro del Congreso, muro de beneplácitos y serena gobernanza en un lado, pero de las lamentaciones en el otro, no escucha a los ciudadanos que claman por el cambio en la forma de elegir a nuestros representantes, muy seguro de tener él sólo más razón que los millones de españoles a los que debe su puesto y su fama y con los que sólo cuenta en época electoral.
Es difícil derribar el muro de la indiferencia y conseguir que de una vez se aborde la necesaria regeneración democrática que necesita España. Una regeneración que implica cambios en la Ley Electoral para hacerla justa y equitativa, una administración transparente y abierta, independencia real de los medios de comunicación, limitación de los privilegios de los políticos, auténtico control de su gestión, y restricción tanto del número de mandatos consecutivos como de puestos de responsabilidad que simultáneamente puedan ejercer.
Si Mariano Rajoy no aborda estos cambios necesarios confirmará que no es el líder que necesita España para salir de la crisis que ha generado todas las demás: la crisis política.
Luis Orgaz Fernández
Miembro de la Gestora de UPyD Castilla-La Mancha