El problema surge cuando algún colectivo aprovecha esta ignorancia para crear una opinión en las personas favorable a sus objetivos políticos, y esto es lo que está haciendo el PSOE en Cuenca con la ATC, que no duda en lanzar todo tipo de falacias y medias verdades con el fin de atacar un proyecto que supone la mayor inversión de la historia de nuestra provincia.
Este frenesí por intentar atacar al partido contrario por todos los frentes y el mayor número de veces posible, conlleva una inevitable pérdida de calidad en el mensaje, y en algunos casos, el más completo ridículo, como ha ocurrido esta semana con las famosas fotos de los terrenos del ATC inundados, que resultaron ser falsos.
Detrás de este despropósito aparece un cálculo político. Los dirigentes del partido socialista, ante la necesidad de criticar algo y de llenar las portadas de cualquier manera, quisieron creerse la veracidad de las fotos sin que se hayan molestado en contrastar la información, valorando que el coste de una posible rectificación en los medios siempre será menor que el beneficio del titular y la portada criticando al partido rival. Es decir, los partidos valoran como asumible el riesgo de que descubran que sus informaciones son falsas.
Por este motivo, es muy posible que les haya salido incluso bien la jugada, en realidad esto ocurre a menudo: se lanza una falsedad que, a pesar de que es descubierta públicamente, es utilizado como recurso argumental para desviar el debate por donde convienen. Esta misma semana hemos tenido un claro ejemplo con la publicación de las fotos de Núñez Feijoó, que a pesar de que se descalifican por sí mismas han dejado un poso de sombra en la figura del político gallego.
Esta estrategia no es ni mucho menos inusual en la actualidad, de hecho no paran de salir en las televisiones, me refiero a las noticias de suicidios por desahucios. Muchos de ellos encerraban historias que nada tenían que ver con las ejecuciones hipotecarias, pero el sólo hecho de visualizar algo tan grave genera en la opinión pública una visión negativa ante el problema, que es aprovechada convenientemente por unas plataformas que guardan, tras su fin loable, unos objetivos políticos de corte antisistema.
Lanzar bulos es una táctica propia de países de baja calidad democrática; crean ruido, barullo, hacen difícil discernir la verdad de la mentira y guían a la opinión pública por la opción más radical. Este ruido de fondo es más efectivo en el corto plazo, aunque sus efectos se esfuman como la gaseosa. En ocasiones ese estado de histeria colectiva dura el tiempo suficiente como para tumbar a un gobierno, como ocurrió en los días posteriores al atentado del 11-M.
Desafortunadamente, todo parece indicar que esta estrategia política seguirá extendiéndose, y junto a ella este tipo de políticos que siguen a golpe te tuit la máxima de que es necesario crear mucho ruido, muchas noticias, muchas portadas aunque sean inciertas, falaces y de escasa calidad política y mediática. Estos políticos están creciendo como aquellos monstruos mutantes que tantas veces aparecen en el cine y que ahora utilizan de ejemplo.
Pablo Muñoz Miranzo
Twitter: @pablommiranzo