Se que, en el Monasterio de Uclés, pasasteis infinitas penurias tú y todos los que te acompañaron y que allí os encontrabais, y menos mal que os teníais los unos a los otros para cuidaros dado que la única atención sanitaria que recibíais era únicamente la que os aportabais entre vosotros gracias a los presos con conocimientos de medicina.
El devenir del momento que padecíais a causa de los responsables que regían vuestro desno, conllevó que, debido a que cerraban la cárcel de Uclés, os trasladasen desde el Monasterio de Uclés hasta Ocaña, pero tú ya te encontrabas en una situación tan deteriorada y que provocó que no pudieses llegar a Ocaña y terminases en el “Hospitalillo” de Tarancón hasta tus úlmos días de vida. Tuviste el triste honor de ser el úlmo fallecido de la Prisión Central del Monasterio de Uclés en el Hospitalillo en 1943.
Intenté averiguar infructuosamente dónde fuiste a para una vez fallecido, intentando contactar en reiteradas ocasiones con el cementerio de Tarancón, pero nunca recibí información que me pudiese esclarecer de tu desno. Que rabia que no puedas descansar junto a la abuela Rosa en el Cementerio de Casasimarro como debería ser si exisera el más mínimo ápice de humanidad ya que es lo que hubieseis deseado y merecido, el poder estar juntos por siempre.
Si que me queda la tranquilidad de saber que tus úlmas horas estuviste rodeado de un gran cariño y trato humano maravilloso como todos los que allí en el Hospitalillo de Tarancón os encontrabais.
He leído mucho sobre el Hospitalillo de Tarancón, dado que habría sido uno de mis sueños el haber podido conocerlo y visitarlo para haberme podido senr más cerca de pensando en tus úlmos momentos y saber que era el lugar donde más cerca te podría imaginar y siento mucha tristeza el poder comprobar en la actualidad el estado de abandono de dicho Edificio Histórico.
No se merece el Hospitalillo que, gracias a él, sé que nunca tuvo en la época la comarca mejor asistencia sanitaria, estar en el estado en que se encuentra en la actualidad. Un tejado ruinoso y en desuso.
Debería de ser reconocido por todos como un edificio de alto valor histórico y patrimonial de Tarancón y el mismo, debería de haber sufrido un proceso de Rehabilitación por el que se diese vida a ese edificio olvidado de grandísimo valor humano y senmental y que tanta ayuda brindó a TODOS, sin importancia ni de ideales ni senmientos.
Considero que el valiosísimo Hospitalillo debe ser considerado de una valía sin parangón para las personas y para la sociedad y por lo tanto merecedor de su conservación y transmisión a las generaciones futuras por el carácter de legado que dispone.
Yo vivo en Valencia, y desde hace muchos años, he comprobado Abuelo como muchos edificios emblemácos, legados de la ciudad también, han obtenido una recompensa de restauración y de conservación como se merecían para que nunca quedasen en el olvido, financiados a través de dotaciones estatales, municipales y hasta de fondos europeos y es triste, el ver que el Hospitalillo que te acogió en tus úlmos días de vida está apagado como una cara sin sonrisa, cuando debería resplandecer de una manera brillante para orgullo de todos los habitantes de Tarancón por el valor social y humano de dicho edificio. Sin conocerlo, lo quiero y amo, por saber del cariño que te brindaron en tus úlmos momentos de vida.
Bueno Abuelo, tenía ganas de escribir estas líneas, ya que mientras las he realizado, he sendo en mi alma que estábamos teniendo esa conversación soñada congo, de esas que tantas y tantas veces habríamos podido realizar y de tantas cosas sino hubiese sido por la crueldad de la