El Administrador de Infraestructuras ferroviarias (Adif), tenía programado el cierre del tren Aranjuez-Cuenca-Utiel quizá para eludir responsabilidades por su catastrófica gestión, que consistió en no realizar los mantenimientos mínimos, ni invertir las cantidades presupuestadas.
La combinación de Page, la tormenta Filomena y Dolz, fue la ocasión escogida para dar el golpe de gracia a la línea. Durante el Año Europeo del Ferrocarril 2021, Adif propone la supresión, con la complicidad del gobierno regional, a cambio de unos millones de euros para Cuenca capital.
El alcalde era apropiado porque estaba en minoría, en un ayuntamiento ruinoso, sometido a un duro plan de ajuste y con afán de perpetuarse en el poder. De ahí que Adif y el ejecutivo regional, para garantizar su éxito, negociaran solo con el ayuntamiento de Cuenca el cierre, sin contar con los demás alcaldes de la provincia.
Dolz acuerda el protocolo para desmantelar el tren (paradójicamente denominado “plan de movilidad XCuenca”), a cambio de cuarenta millones de euros. Una cantidad ridícula, considerando que el valor estimado de la línea podría estar en torno a los 9000 millones. En consecuencia, Adif hizo el negocio redondo de suprimir la línea, pagando 225 veces menos de su valor.
Para la provincia, intercambiar el ferrocarril por unos escasos millones era un negocio ruinoso. Honestamente, es indefendible la colaboración del alcalde en esa especie de cambalache, que desprecia a la ciudadanía, margina a los pueblos y propicia un pelotazo inmobiliario.
Firmando el protocolo de marras, Dolz encubre la gestión irresponsable de Adif, traiciona a la ciudadanía y desacredita su imagen. Es extravagante, que el regidor de una ciudad patrimonio de la humanidad, cierre una línea de ferrocarril de un gran valor histórico y cultural, con casi siglo y medio de existencia,.
Como máxima autoridad de un ayuntamiento endeudado hasta las cejas, en una provincia abandonada por los gobiernos (estatal y regional), debió actuar con dignidad. Le faltó coraje para rechazar la mezquina propuesta de Adif (aunque viniera de Page), o hacer una consulta ciudadana o dimitir.
Partiendo de la base de que el territorio de Cuenca es prioritario para las inversiones europeas –“zona A”-, la obligación de Dolz es, si de verdad apuesta por un desarrollo verde, pedir la renovación de la línea, para mejorar la movilidad en la ciudad y la provincia.
El alcalde tendría que exigir que una parte de los fondos europeos, que gracias a la pobreza de Cuenca recibe la región, se inviertan en la línea Aranjuez-Cuenca-Utiel, para que un tren decente transporte personas y mercancías. Es lo que reclaman desde hace más de un año, quienes luchan contra el expolio y piden la renovación y modernización de la línea, realizando plantes en la plaza de España de Cuenca, los martes a las seis de la tarde.
Fernando Casas Mínguez