En una de las jornadas más importantes de la Semana Santa, que abre el Triduo Sacro en la Liturgia de la Celebración de la Pasión del Señor y el conjunto de Procesiones más antiguas y emblemáticas de la ciudad, se celebra la procesión de Paz y Caridad, en el día del Amor Fraterno y de la institución de la Eucaristía. Se inicia a las 16,30 horas desde la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Luz, patrona de Cuenca, bajo la Presidencia de la antigua Archicofradía de Paz y Caridad que agrupa a las distintas Hermandades que realizan estación penitencial en tan señalado día.
Tras el Santísimo Cristo de las Misericordias, titular de esta corporación cofrade, se desgranan, los distintos Misterios, desde Getsemaní hasta la Vía Dolorosa, a los que dan culto las distintas Hermandades de la Oración en el Huerto, Amarrado a la Columna, Nuestro Padre Jesús con la Caña, Santísimo Ecce Homo (de San Gil), Jesús y la Verónica, Auxilio a Nuestro Señor Jesucristo y Nuestro Padre Jesús Nazareno del Puente, ambos pasos de la misma Hermandad, cerrando el cortejo, como en la totalidad de los desfiles procesionales conquenses, la Santísima Virgen María bajo la advocación de la Soledad del Puente que, bajo palio, luce un elegante y equilibrado manto en azul y oro. La procesión, acaso la más antigua de todas las que se celebran durante la Semana Santa, discurre solemne y cadenciosa, por Carretería y la calle de Las Torres. Llega a la Puerta de Valencia desde donde el desfile procesional despliega toda su belleza plástica en el entorno urbano de la Plaza de El Salvador, Solera, Peso y su ascenso por Alfonso VIII hasta la Plaza Mayor. Su discurrir por la calle del Peso constituye uno de los momentos más bellos de este desfile procesional.
Tras la estación obligada en la Plaza Mayor, desciende la procesión por Alfonso VIII, San Juan y Palafox. Tras desfilar por la Avenida de la Virgen de la Luz, nunca se olvidará la visión de la procesión sobre el Júcar, durante su entrada en la magnífica iglesia rococó de la Patrona de la ciudad, junto al popular Puente de San Antón, donde culmina uno de los días pasionistas más plásticos a los pies del Cerro de la Majestad.