Hay edificios en nuestra ciudad que representan con absoluta fidelidad, su espíritu. Y es que a nadie se le escapa que la ciudad, vive en el abismo en el que desde hace décadas, las diferentes corporaciones locales la han sumergido.
Podemos hablar del edificio Almudí, del que alberga los sindicatos, del de la Plaza del Mercado, del que antaño fuera Icona … y es que estos edificios, aunque alguna vez albergaron vida, pronto fueron privados de su savia y de su sustancia vital, por falta de cuidados y de inversión.
Es cierto que algo se ha conservado, pero mucho mas se ha destruido.
Solo tenemos que recordar aquellos palacetes del ensanche y edificios modernistas, aquel antiguo mercado…
Y es que cuando no mimas tus posesiones, con o sin consciencia, las pierdes.
Parece que no es lo mismo, pero la distancia entre la falta de conservación y la muerte del patrimonio es tan imperceptible, que solo se expresa en tiempo.
En el caso “Icona”, desde que el 18 de abril de 1969 se declarara la obra nueva del edificio y en fecha 12 de enero de 1993 se certificara por el arquitecto muncipal que no estaba comprendido en ningún plan de ordenación, reforma o adaptación, ni se preveyera que lo fuera a necesitar en los diez años siguientes, el edificio dejó de respirar.
Si que es cierto que cumplió respetuosamente con sus obligaciones, a disposición gratuita de la Excma. Diputación durante casi tres décadas. Pero también lo es que perdió su alegría, cuando al entrar esa corporación local en su uso, no cumplió con su parte del pacto.
Porque de lo que con el Ayuntamiento se selló para la benéfica cesión a Diputación, primero treinta y luego veinte millones de las entonces pesetas, solo la mitad en el edificio, ésta institución provincial invirtió.
El Ayuntamiento ya empezó sacrificando su uso, que no su propiedad, y durante el tiempo que la recaudación provincial se sirvió de él, nunca éste se preocupó de exigir que la Diputación cumpliera con su pacto de mantenimiento y conservación, porque después de 25 años que esa cesión lucrativa duró, el edificio tenía un hambre apremiante que pasaba por unos cuidados especiales, cifrados en poco más de medio millón de euros.
Ninguna corporación municipal vigiló la cesión. Ninguna se preocupó de que no languideciera.
Es más, cuando el tiempo del pacto acabó, cuando tuvo que recuperar su posesión, ni siquiera este esfuerzo se hizo, y rondaba ya el 2018. Año en que a la Diputación no se le echó y en el que se le permitió que en el siguiera habitando, como un fantasma, dejando que el frio se colara por sus paredes.
Y en el 19 cambió la Corporación local y en ambas, de un color a otro pasaba, pero lo mismo les dió, incluso el proceso mucho mas se agrió.
Porque durante tres años, la actual alcaldía, a pesar de que muchas necesidades el Consitorio tenía, funcionarios del mercado, de recaudación municipal y otros tantos que alojar, al edificio colocó en el mas profundo de los desprecios.
Del abandono por Diputación ésta lo hizo virtud, y así aprovechó que el mal estado del edificio rebajaba su valor y con ese pretexto, quiso expoliarlo. Pero se encontró que no.
No podiamos permitirlo y así fuimos a la justicia a que le diera su justo valor.
Y ese fue su regalo.
En efecto le sirvió, y a pesar de que la sentencia decía que el inmueble se podía desafectar, lo que nunca se podría, sería minusvalorar. El juez dando luz al edificio, en la sentencia plasmó que aunque había otros valores, la ponencia del catastro del año 2020, en 2.684.561,19 euros lo selló.
Ahora que mucho se ha andado, aparecen en los medios, los que lo abandonaron buscando provecho. Y echan pestes por la boca, y por todos los costados.
Nadie hay mas responsable de las condiciones de los funcionarios que sus jefes, porque lo dice la Ley, y cuando en el edificio Icona, alojaron a decenas durante décadas, sin que nadie rechistara, una de dos, o las condiciones no eran tan malas como se querían aparentar, o sus jefes se las hubieran debido arreglar.
Emisarios recibimos, que de eso si se preocupan. Que digan: que quien pierde es la ciudad.
Sin embargo, hay mucha luz por delante.
En el Pleno de la ciudad ya salió, y ahora ya no lo puede evitar, porque entonces, su resposabilidad será. El alcande debe abrir expediente para reclamar aquel uso excesivo que ningún beneficio a Cuenca reporta, porque si el no lo hace, hay medios y son legales y cualquiera los puede abordar.
Siempre pensamos que la ciudad, debe aprender a construir su propia energía, (que como todos sabemos no se crea, ni se destruye, solo se transforma)
Y ahora ya no es tiempo, ni de olvidarnos, ni de despreciar nuestros inmuebles, porque son parte de nuestra historia, son parte de nosotros.
Ahora el edificio, podrá volver a vibrar, con la ayuda de todos los conquenses.
Cristina Fuentes
Edil de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Cuenca