Se notaba que este jueves, por fin, no era laboral. No eran ni las cuatro de la tarde y el barrio de San Antón ya comenzaba a notar esa población flotante típica del Jueves Santo, con nazarenos de aquí para allá y de espectadores que querían coger el mejor sitio posible para disfrutar de una de las procesiones grandes de la Semana Santa de Cuenca.