Lo que parecía ser otro artificio ingenioso de Cervantes para dar credibilidad al Quijote, alejándolo así de las antiguas novelas de caballerías, ha resultado ser la crónica de unos hechos ocurridos realmente en Alcázar de San Juan durante la segunda mitad del siglo XVI.
A esta conclusión ha llegado Luis Miguel Román Alhambra, miembro de la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan, después de cotejar datos de los archivos parroquiales e históricos municipales de la ciudad y crónicas antiguas de la ciudad de Medina del Campo (Valladolid).
En el capítulo treinta y uno de la segunda parte del Quijote (1615), Sancho Panza narra un cuento en el palacio de los duques, que según él había ocurrido en su mismo pueblo. Lo comienza diciendo que un hidalgo vecino suyo, que descendía de la familia de los Álamos de Medina del Campo, se había casado con la hija de don Alonso de Marañón, un caballero de la Orden de Santiago que se había ahogado en la catástrofe naval en la ensenada de La Herradura (Granada).
Román recuerda en su investigación un hecho casi olvidado de nuestra historia ocurrido el 19 de octubre de 1562: el gran desastre que la Armada Española sufrió en las costas granadinas. En él se perdieron, por causa de un fuerte temporal, veinticinco de los veintiocho barcos que formaban la escuadra y más de cinco mil personas resultaron ahogadas, entre marineros, soldados y galeotes. Román afirma que Cervantes utiliza el recuerdo de esta tragedia tan conocida por los españoles de finales del siglo XVI y principios del XVII, cómo otro recurso más para dar verosimilitud al texto cervantino, al igual que hace con la expulsión de los moriscos, también en esta segunda parte del Quijote.
Lo que Luis Miguel Román aporta documentalmente al mundo cervantino es la existencia de un miembro de la familia de los Álamos de Medina del Campo que desaparece sin dejar un rastro claro de esta villa y quien pudo ser el origen del apellido Álamo o Álamos, que existió en Alcázar de San Juan durante el siglo XVI como lo demuestra con varias inscripciones en los libros parroquiales que se conservan en la iglesia de Santa María. De la familia Marañón, ha localizado una buena parte del linaje e incluso a un hidalgo alcazareño de principios del siglo XVII, Francisco Pérez Marañón, descendiente directo de ambas familias, Álamos y Marañón.
Asegura que, aunque los archivos parroquiales de la parroquia de Santa Quiteria se perdieron en la Guerra Civil Española, que probarían documentalmente la existencia del malogrado don Alonso de Marañón al vivir en una casa cercana a esta iglesia, con los datos recopilados sobre sus descendientes directos Cervantes no contó una fábula en boca de Sancho Panza, sino unos hechos reales bien conocidos por los vecinos de Alcázar de San Juan a principios del siglo XVII.