Los representantes del PSOE que gobiernan la Junta, la Diputación de Cuenca y el Ayuntamiento, sostienen que “les votaron para que no hubiera interferencia partidaria en las decisiones que tomaran las tres instituciones, en favor de la provincia y de la capital”.
Esta declaración de Martínez Guijarro, hablando del ferrocarril, da por hecho que les votaron para destruir la línea. Y que las tres instituciones tienen un poder sin control para hacer lo que quieran.
Todo lo cual es falso: ni les votaron para destruir la línea, ni disponen de un poder sin límites. Los partidos en democracia están sometidos a la Constitución y obligados ante los ciudadanos a rendir cuentas por su programa electoral.
El programa electoral del PSOE, que es un contrato con la ciudadanía (según García Page) exigía la modernización de todas las líneas de ferrocarril de la región, rechazando la destrucción de una sola, para no provocar agravios ni conflictos.
A la vista del programa, el empeño de las tres instituciones por la destrucción del ferrocarril es una actuación deshonesta, contraria al programa votado por los ciudadanos y que los dirigentes del partido se comprometieron a cumplir en las Cortes regionales.
Si pretendían la destrucción del tren, deberían haber tenido el valor de incluir la propuesta en su programa y explicarla al pueblo soberano durante la campaña electoral. No lo hicieron, por lo tanto, la pretensión de las tres instituciones de desmantelar la línea sacándola del Catálogo de la Red Ferroviaria de Interés General, vulnera la democracia.
Haber ganado las elecciones regionales, provinciales y locales no da derecho a un partido para actuar con engaño ni abusar del poder. Engañan cuando endosan exclusivamente al ministerio de transportes la destrucción de la línea Madrid-Cuenca-Valencia, ocultando la obligatoriedad que establece la ley de oír las Comunidades Autónomas, por cuyo territorio discurra la línea cuando pretenda ser modificada.
Por ese motivo, quienes representan a todos los partidos, deberían actuar con coraje cívico, en defensa del sentir de la ciudadanía que los eligió y exigir que se actúe con decencia, en vez de colaborar con su voto o su abstención, a erosionar las instituciones democráticas y sacrificar el futuro de la provincia, por miedo o intereses inconfesables.
Fernando Casas Mínguez
Profesor de Ciencia Política