Dentro de un mes, el miércoles 16 de marzo, está previsto que se inaugure ‘La Victoria en la Unidad’, el monumento con el que Cuenca homenajeará a las víctimas de la COVID-19 y a todos los colectivos y personas que lucharon y luchan contra la enfermedad y sus consecuencias. La elección de la fecha no es casual: coincide con el segundo aniversario de aquel primer día laborable en el que los españoles tuvieron que estar confinados.
La semana pasada ya comenzaron los trabajos de replanteo de la cimentación, una de las labores previas a la colocación de este grupo escultórico que estará emplazado en la rotonda de la Ronda Oeste conocida como ‘de La Estrella’. Está comprendida entre la rotonda del colegio Fuente del Oro y la del Arado, desde donde partirá la avenida que comunicará el casco urbano con el nuevo hospital de Cuenca y que, tal y como avanzó el Ayuntamiento, llevará el nombre de los sanitarios conquenses.
La iniciativa de que Cuenca cuente con un elemento urbano que sirva como perenne recordatorio de la pandemia corresponde a la Parroquia de San Julián, del barrio de la Fuente del Oro, entidad que ha liderado un proyecto que han respaldado también las administraciones públicas, empresas, colegios profesionales, asociaciones y ciudadanos a título particular.
Todos los que deseen colaborar con la financiación pueden todavía hacerlo ingresando un donativo en la cuenta abierta para la ocasión en Globalcaja: ES36 3190 1006 0652 7938 5727 (Titular: Parroquia San Julián – Monumento). Si la recaudación superase el presupuesto necesario de 42.000 euros, el sobrante se dedicará a obra social en la ciudad.
El monumento lo está ejecutando el escultor conquense José Luis Martínez, conocido también como ‘El Herrero de San Antón’, a quien corresponden otras obras de arte público en las calles conquenses como el Don Quijote del Centro Cultural Aguirre y el Monumento a las Turbas de San Antón.
Lo ha diseñado a partir de una idea original de la Parroquia de San Julián, que pretende “que todos los conquenses sintamos que, si conseguimos vencer esta enfermedad, es gracias al esfuerzo y la voluntad de todos unidos, cada uno en la medida en que pudo hacerlo, en el hospital, en el trabajo, en la calle o en la casa sin salir”. Y “siempre en el recuerdo”, remarca, “los que marcharon en el camino”.
Consta de dos partes bien diferenciadas. La primera es una plataforma donde queda reflejada la ciudad mediante dos recursos narrativos: las piedras de las Hoces «pulidas por las historia» y las ventanas desde las que se asoman esas manos que cada día a las ocho de la tarde aplaudían a los que se enfrentaban a la pandemia en primera línea.