La pandemia del coronavirus ha cambiado significativamente los hábitos de la población en general y, en algunos casos, de forma negativa. Por ello, se han realizado numerosos estudios para determinar el impacto de la contingencia sanitaria, especialmente en el sector más vulnerable.
En ese contexto, la Universidad de Castilla-La Mancha en colaboración con el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM) ha realizado una investigación para conocer los efectos del confinamiento en adultos mayores de 65 años que residen en sus domicilios.
Más de 1.500 adultos mayores participaron en el proyecto de envejecimiento saludable y los resultados indican que “el encierro” ha dejado secuelas físicas y emocionales. Por ejemplo, se ha incrementado el sedentarismo y la mayoría empeoró su dieta, pues consumieron alimentos más calóricos y procesados en estos meses. Además, se han registrado problemas de insomnio, depresión y ansiedad.
Ignario Ara, catedrático de la Facultad de ciencias del Deporte de la UCLM y el jefe de Servicio del Hospital Virgen del Valle de Toledo, son los principales responsables del equipo de investigación.
“Es obvio que el confinamiento domiciliario ha sido duro para todos, pero lo ha sido especialmente para las personas más vulnerables”, mencionó el profesor Ara.
Una mala alimentación puede traer problemas gastrointestinales, como hinchazón y gases, acidez de estómago, náuseas, diarrea o estreñimiento, y estos trastornos repercuten en el bienestar emocional. De acuerdo con un estudio liderado por médicos del Hospital Vall d’ Hebron de Barcelona, los problemas digestivos están asociados con mayores problemas de angustia, tristeza, depresión y ansiedad.
Dieta menos saludable relacionada con depresión y ansiedad
Según Javier Santos, investigador principal del proyecto Discoverie, “nuestro sistema digestivo puede alojar bacterias que producen sustancias que pueden afectar al sistema nervioso central”.
Asimismo, “genera ácidos grasos que pueden tener relación con enfermedades mentales. Y en eso que comúnmente llamamos tripas se produce el 90 % de la serotonina, un neurotransmisor partícipe en el control del estado de ánimo y la depresión”, sostiene.
En Europa, cerca de 85 millones de personas sufren colon irritable y aproximadamente uno de cada tres individuos padece trastornos mentales. En Latinoamérica existen pocos estudios que muestren su incidencia real en la población general, sin embargo, en países como México se estima que entre 16 y 30 % de la población padece síndrome de intestino irritable.
En ese contexto, los especialistas resaltan la importancia de hacer cambios en la dieta y desarrollar hábitos de nutrición más saludables, evitando al mismo tiempo los hábitos no saludables.
Algunos hábitos de nutrición para lograr una mejor salud gastrointestinal incluyen comer en un horario regular en lugar de comer cuando lo desee, consumir alimentos ricos en probióticos, pues influyen sobre el equilibrio de la microbiota intestinal de personas que están bajo niveles altos de estrés, incrementar la ingesta de alimentos con alto contenido de fibra -como verduras y frutas- para regular las evacuaciones intestinales. Beber mucho líquido que promueva una digestión saludable y mantener cierta actividad física.