Los pediatras recuerdan la importancia de mantener la vigilancia constante durante los baños de los niños para prevenir ahogamientos, un mensaje en el que insisten especialmente a raíz de la elevada demanda de piscinas hinchables y portátiles que ha traído consigo la pandemia por coronavirus.
Como ha señalado el jefe de Pediatría del Hospital Universitario de Guadalajara, Alfonso Ortigado, los accidentes por ahogamiento siguen siendo una causa importante de morbimortalidad entre los pequeños, con una incidencia estimada de 1,5 casos por cada 100.000 habitantes y año.
Los ahogamientos de menores se dan con mayor frecuencia en piscinas, especialmente aquéllas de uso particular debido a la falta de supervisión o por distracciones por parte de los adultos, pudiendo evitarse en el 80 por ciento de los casos mediante una supervisión constante.
Ante la proliferación este verano de las piscinas de uso doméstico, los pediatras insisten en la necesidad de no confiarse cuando el menor está en el agua o cerca de ésta, incluso si apenas hay profundidad.
Frente a las piscinas grandes que cuentan con socorristas y “donde solemos mantener la alerta”, las pequeñas dimensiones de las piscinas hinchables y portátiles pueden provocar una relajación en esa vigilancia. Sin embargo, “apenas dos centímetros de agua en el fondo de un cubo y menos de dos minutos son suficientes para que un bebé pueda ahogarse”, y hay que tener en cuenta que “los niños se ahogan en silencio, no gritan pidiendo ayuda como los adultos”.
“La consecuencia más devastadora de estos accidentes es, evidentemente, el fallecimiento del niño” pero “no debemos olvidar las secuelas neurológicas, que pueden ser muy importantes, y en este sentido el tiempo de actuación es fundamental”, ha subrayado Alfonso Ortigado.
El riesgo de ahogamiento, ha advertido, es mayor en menores con discapacidad física o mental o cuando presentan problemas como epilepsia o arritmias cardiacas.
Por otra parte, Ortigado ha alertado del peligro que supone en este sentido el consumo de alcohol en menores de edad, ya que “el 25 por ciento de los ahogamientos de adolescentes están relacionados con dicho consumo”.
Otra recomendación a tener en cuenta es la de no confiar en exceso en flotadores o manguitos que pueden proporcionar una falsa sensación de seguridad e incluso ser la propia causa del ahogamiento, por lo que debe mantenerse la vigilancia cuando el menor utilice este tipo de elementos. Asimismo, ha recomendado enseñar a nadar a los niños cuanto antes y, finalmente, ha aconsejado a los adultos la formación en aspectos básicos de reanimación cardiopulmonar (RCP).
Cómo actuar
En caso de ahogamiento hay que actuar según la denominada conducta PAS (proteger, avisar, socorrer). Aunque lo fundamental es la prevención del accidente, si éste sucede lo primero que se debe hacer es proteger a la persona accidentada poniéndola en un lugar seguro, avisar de inmediato a los servicios de emergencia y, una vez hecho esto, socorrer.
Se debe sacar a la víctima del agua lo antes posible y con cuidado, estabilizando cuello y columna porque a veces el ahogamiento está motivado por una caída previa. Si el menor no respira hay que abrir la vía aérea e iniciar maniobras de RCP básica, empezando con cinco respiraciones de rescate (ventilación boca-boca nariz en lactantes y boca-boca pinzando la nariz en niños mayores).
Si no hay pulso, se procederá a iniciar masaje cardiaco alternando 15 compresiones torácicas con dos respiraciones de rescate. En caso de ahogamiento en agua, se debe evitar la maniobra de Heimlich (compresiones abdominales que se aplican en caso de atragantamiento y ahogo por la entrada de un cuerpo extraño a la vía respiratoria) debido al riesgo de aspiración.