Ayer arrancó el VII Encuentro de Las Casas Ahorcadas de Cuenca, con la comparecencia en la inauguración de la Directora Provincial de Educación Marián Martínez, el director del festival Sergio Vera. Junto a ellos, Antonio Luis López de la empresa Masfarné y la nueva empresa patrocinadora, General Óptica, con Javier Jaén en representación. Precisamente gracias a General Óptica se ha podido contar este año con la participación del autor italiano Massimo Carlotto.
En el acto inaugural se recalcó la importancia que tiene el apoyo de las instituciones en este tipo de actos, pero también el enorme valor que supone la presencia de iniciativas privadas en subvenciones de la cultura. Sergio Vera ha destacado el valor de consolidar un plan de lectura continuada más allá de los días de duración del festival, sobre todo entre los más jóvenes. En relación a ello Antonio Luis López ha anunciado un nuevo proyecto, el Tormo Negro-Masfarné educativo, que se lanzará en septiembre y que buscará impulsar la lectura de género negro en los institutos a lo largo de todo el curso escolar.
Tras el pregón de Vicente Garrido, este regaló a la asistencia una emocionante ponencia sobre la estética del asesinato múltiple y serial, tratando de hacer comprender a la concurrencia cómo funciona la mente de los asesinos más despiadados de la historia. Uno de los focos de la charla fue el magnicida de Nueva Zelanda, un criminal que ha innovado en función de los tiempos: la intencionalidad de grabar su masacre y difundirla en redes sociales ha sido una clara experiencia surgida del tiempo en el que ha vivido. Este tipo de criminales poseen una ética narcisista al servicio de su causa, teniendo muy claro que su acción es definitiva y final, para construir de este modo un relato de triunfo. A través del caos que generan, se convierten en personas poderosas, en justicieros de su propio proyecto criminal.
Como cierre de la jornada, Alexis Ravelo, Paul Pen y Benito Olmo hablaron de la adaptación al cine de sus novelas “La estrategia del pequinés”, “El aviso” y “La tragedia del girasol”, respectivamente. Debatieron de la mano de Carlos Bassas acerca de si es lícito modificar de manera sustancial el argumento o el final de un libro para obtener un resultado óptimo para el celuloide. La conclusión fue que la literatura y el cine son dos artes diferentes, con sus características propias, y que lo más importante es conseguir el mejor producto posible.