Cuando todavía ni siquiera ha finalizado la extinción total del incendio de la catedral parisina de Notre Dame, las autoridades se dan golpes de pecho y abrumados, buscan y piensan el porqué de ese incendio y de su evolución. Realmente esa pregunta se debió hacer mucho tiempo atrás. Varios han sido los medios de comunicación que me han entrevistado en las últimas horas y todos me preguntan lo mismo. ¿Podría repetirse esa situación en nuestras catedrales españolas? La respuesta es rotunda: un sí con mayúsculas.
Lamentablemente, ha tenido que arder un símbolo de la humanidad para que las autoridades se den cuenta del riesgo existente frente a incendios de nuestro rico y abundante patrimonio histórico, artístico y cultural, pero ¿volverán a mirar para otro lado?, o dirán que es un caso exclusivo de Francia, como lo dijeron cuando fue pasto de las llamas el Museo Nacional de Brasil. La destrucción de este patrimonio no sólo supone una pérdida material irreparable, supone además un golpe a la propia identidad cultural representada por el patrimonio perdido
La conservación del patrimonio cultural ya no puede ser concebida únicamente como esa ciencia que remedia los estragos que el tiempo produce en los bienes culturales mediante una serie de intervenciones de conservación preventiva o de restauración. En nuestro mundo actual la protección del patrimonio debe tener en cuenta peligros más súbitos y más certeros.
Nuestra realidad actual está marcada por trágicos sucesos que ocurren repentinamente, tanto catástrofes de origen natural, como desastres producidos por causas antrópicas. El tiempo destruye lentamente, pero el hombre y la naturaleza lo hacen de forma rápida y sin previo aviso.
Pese a que generalmente las catástrofes y los desastres no pueden ser previstos, sí se pueden establecer precauciones, protocolos de actuación y equipos especializados para actuar rápidamente cuando las circunstancias obligan a ello. Estar preparados para las emergencias es la forma de conseguir que su impacto sea mucho menor, sus consecuencias menos destructivas y la recuperación mucho más viable.
Existe un vacío legal sobre gestión de riesgos y prevención de desastres en materia de Patrimonio Cultural, así como protocolos y herramientas de actuación que posibiliten la protección y salvaguarda de los bienes culturales en caso de desastre; por ello es necesario formular estrategias coordinadas para la salvaguarda del Patrimonio Cultural.
Estas estrategias fueron objeto de estudio e investigación por un equipo de técnicos y profesionales del Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España, que valió para implantarlo en conjuntos históricos como el de Cuenca y Ávila, y sirvieron como base para desarrollar un manual europeo de buenas practica a través del proyecto Heritprot.
Básicamente, tan sencillo, pero a la vez tan intrínsecamente complicado, se basa en estas líneas de trabajo:
- Análisis previo del edificio histórico a proteger desde el ámbito de la protección contra incendios (qué y cuánto hay que proteger, la ubicación y construcción de esos edificios y qué contienen dentro; si disponen de medios o no de protección contra incendios; accesibilidad para los bomberos, etc.)
- Confeccionar instrumentos de planificación y gestión con protocolos, estrategias y sistemas de trabajo implantados en simulacros previos
- Confeccionar un plan de salvaguarda de obras de arte que aloje el edificio histórico para saber cómo, cuándo y dónde debemos evacuarlas
- Formar en la respuesta en este tipo de emergencias con patrimonio cultural a bomberos y trabajadores de edificio patrimonial.
Desde el Ministerio de Cultura, se debe impulsar, con más fuerza, el Plan Nacional de Emergencias en Patrimonio Cultural y éste debía ser el coordinador de esta gestión con el resto de nuestras administraciones.
No es momento de lamentos, es la hora de empezar a trabajar y analizar la situación de nuestro patrimonio frente al fuego y darle soluciones.
Por último, dejen trabajar a los profesionales y no elucubren con iniciativas tan descabelladas como el uso de aviones o helicópteros para descargas de agua sobre una estructura frágil y debilitada por un pavoroso incendio.
Pablo Muñoz
Presidente Fundación Fuego
Jefe de Bomberos Ayuntamiento de Cuenca
Experto en seguridad patrimonial Grupo ciudades patrimonio de la
Humanidad de España