Pese a la fuerte tormenta que cayo en la capital conquense la tarde del Lunes Santo conquense en la capital, la procesión de la Vera Cruz pudo realizar su estación penitencial por la calle de la ciudad. A las 22:30 se abrían la puertas de la Catedral, minutos antes se realizo la tradicional procesión en el interior de la girola del templo, daba comienzo la procesión penitencial del Stmo. Cristo de la Vera Cruz desde la Catedral de la vieja ciudad castellana, la procesión de las Siete Palabras, provocada en las frases que pronunció Jesucristo antes de su muerte en la cruz, según los Evangelios.
La Primera Palabra en los aledaños de la Catedral la leyó el obispo de la Diócesis de Cuenca, José María Yanguas: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
El desfile prosiguió su recorrido hasta llegar a los arcos del Ayuntamiento, dónde la imagen se refugió durante unos minutos por la lluvia que caía en ese momento, fue ahí dónde tuvo lugar la lectura de la segunda palabra, “De verdad te lo digo: hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Con paso lento pero inexorable, el Cristo de la Vera Cruz se adentro en la calle Alfonso VIII para llegar a la iglesia de San Felipe Neri, lugar donde se leyó la Tercera Palabra, “Mujer, mira, es tu hijo... Mira, es tu madre”. En San Andrés se ubico la cuarta estación, “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
La lectura de La Quinta Palabra,“ ¡Tengo sed!”, tuvo lugar en la iglesia parroquia de “El Salvador”, desde ahí el paso del Cristo de la Vera Cruz, inició su andadura hacia la parte baja de la ciudad y al llegar al convento de las Concepcionistas se hizo lectura de la Sexta Palabra “Está cumplido.
Pocos minutos después de la una de la madrugada fue cuando el paso de Stmo. Cristo de la Vera Cruz llego a la iglesia de San Esteban, fue allí donde tuvo lugar la lectura de la Séptima y ultima palabra,«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» a cargo del el vicario general de la Diócesis de la provincia, Antonio Fernández.
Una vez que la imagen se encontraba en el interior del templo, se rezo un padrenuestro y el miserere de Cuenca, cantado por el Alonso Lobo, concluyendo aquí la precisión del Lunes Santo conquense.