La que durante doce años ha sido presidenta del PP de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, ha dicho hoy un adiós emocionado a su etapa en la política regional, un tiempo en el que no solo ha conseguido unir al partido, sino en el que también logró lo que nadie del PP había hecho en la región: ganar el Gobierno autonómico.
Cospedal -que durante una década ha compatibilizado su cargo en Castilla-La Mancha con la Secretaría general del PP, lo que le ha valido no pocas críticas de la oposición, por considerar que su dedicación a la región era parcial y secundaria- llegó a Castilla-La Mancha como candidata a la Junta en mayo de 2006 y, unos días después, fue nombrada presidenta del partido en la región, en sustitución de José Manuel Molina.
En ese momento, Cospedal encontró un partido dividido y el nivel de confrontación era tal que "en Albacete hasta había dos sedes: uno para el partido local y otro para el provincial", como ella misma ha recordado en alguna ocasión.
Doce años después, Cospedal insiste en que en Castilla-La Mancha deja a un partido fuerte y unido, capaz de ganar elecciones, tanto generales, como autonómicas, locales y europeas, en un territorio que tradicionalmente se había mostrado hostil para el PP.
Así, en sus primeros comicios como candidata a la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha recortó distancias con el PSOE del entonces presidente autonómico, José María Barreda, y en 2011 logró lo que nadie había conseguido en la región: arrebatarle la Presidencia del Gobierno autonómico a los socialistas.
En sus cuatro años en el Palacio de Fuensalida -sede de la Presidencia de la Junta- Cospedal aplicó los recortes que el PP propugnaba también a nivel nacional, como la rebaja del salario de los empleados públicos y el despido de interinos, unos ajustes que, según dijo después Cospedal, le pudieron costar revalidar la mayoría absoluta.
De hecho, cuatro años después, Cospedal repitió victoria en las urnas, pero no conservó el Gobierno castellanomanchego por unos cientos de votos que posibilitaron un pacto -primero de investidura y luego de gobierno- entre PSOE y Podemos, que le dejó fuera de la Presidencia de la Junta.
Eso fue en mayo de 2015, y ya entonces comenzaron a escucharse voces que vaticinaban su marcha de la política regional y, aunque abandonó su escaño en las Cortes meses después para ser diputada en el Congreso por Toledo, en marzo de 2016 se presentó nuevamente a la Presidencia del PP en Castilla-La Mancha, que revalidó holgadamente.
Desde entonces hasta ahora, ha sido ministra de Defensa -hasta que el PSOE desbancó al PP del Gobierno central mediante una moción de censura- y también ha optado a la Presidencia del partido a nivel nacional, una pugna en la que quedó tercera, por detrás de Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría.
Tras dejar sus cargos orgánicos en el partido, Cospedal se mantiene como diputada del PP en el Congreso por la provincia de Toledo y presidenta de la Comisión de Asuntos Exteriores en la cámara.
Precisamente no son pocas las voces que ven los próximos retos políticos de Cospedal fuera de España como eurodiputada, aunque ya sea en Madrid o en Bruselas, le acompañarán las palabras que ha pronunciado entre lágrimas, en su despedida ante el partido en la región: que lo que más ha llenado su corazón ha sido ser presidenta del PP en Castilla-La Mancha.
Cristina Serena Trujillo