La crónica del concierto Juan Gómez “El Kanka” a su paso por Cuenca podría describirse “por el olor” que emanaba la noche estival conquense, o simplemente decir que fue una actuación de “canela en rama”. Nada de “tristes trofeos” ni penas mundiales del fin de semana. El Estival Canción de autor fue toda una oda a “qué bello es vivir”, al tener que abandonar el “me alegra la vista” con la hoz el Huécar y sus monumentos, para cerrar los ojos y zambullirse en lo que uno más “querría” o quisiera o quisiese: la “demasiada pasión” que transmitió El Kanka, junto a Álvaro Ruiz y Juan Rubio, a su paso por Estival Cuenca.
El mensaje fue claro. “Vengas cuando vengas” el ciclo artístico y musical conquense te sorprenderá y la actuación de ayer hizo honra a la recomendación de María Rozalén, protagonista del espacio cantautor en la pasada edición de Estival Cuenca. La música del malagueño hizo “volar” a los asistentes al tiempo que las más de quinientas personas que disfrutaron con las letras lanzadas al cielo conquense.
El artista tuvo tiempo para poner “A dieta de dietas” a los asistentes. A cantar a su tierra “Andalucía” pero a caer al mismo tiempo en el error de nombra el emblemático monumento conquense que tenía de fondo como “Casas colgantes”, lo que el público tardó poco en corregir y perdonar. Tu “sí que puedes”, llegó a corear el público conquense. “Para eso canto”, replicó el autor. Y la velada siguió entre los que hacían mover su silla y los que el ritmo contagió de sobremanera haciéndolos abandonar su asiento y bailar de pie.
En este panorama, El Kanka invitó a los presentes “a desobedecer” a medida que el repertorio concluía. Los aplausos y peticiones generalizados hicieron volver al escenario al cantautor tras un amago de despedida para dar un último obsequio a tan entregado público.
Uno debió pensar “después de esta mañana”, “lo mal que estoy y lo poco que me quejo”. Pero después de escuchar a El Kanka en Estival Cuenca, no sólo hay que titularlo como un simple “me gusta” sino aplaudir hasta borrar las huellas dactilares tras una actuación que tardará en quitarle la sonrisa de la cara a uno por mucho que haya sido un lunes y por más que España no esté en el mundial.