En los últimos días se ha avivado la vieja polémica sobre el proyecto gafado de hacer un aparcamiento subterráneo bajo el patio del que fue Instituto Alfonso VIII. Y ha resurgido por lo mismo de casi siempre: reproches entre gobernantes torpes de partidos políticos rivales.
Me apetece hacer una reflexión sobre el tema, pero antes necesito contextualizar los precedentes, porque entre reproche y reproche de políticos –que parece como si solo les pagáramos por hablar- el tema está empantanado. Y lo que te rondaré morena... Cuando opino no me gusta alargarme, pero en este caso me parece inevitable: lo siento.
Precedentes:
1.- El 23 de julio de 2010 el Ayuntamiento de Cuenca firmó el contrato de concesión de obra pública con la empresa adjudicataria, cuyo objeto era la “redacción del proyecto, construcción y explotación de un aparcamiento subterráneo entre las calles Luis Astrana Marín y Av. República Argentina, incluyendo el patio del Instituto Alfonso VIII”. Era alcalde D. Francisco J. Pulido (PP) y presidía la Junta D. José M. Barreda (PSOE).
2.- De las calles disponía el Ayuntamiento, pero sobre el patio del Instituto Alfonso VIII mandaba la Junta. Y, precisamente, en ese momento se estaban acometiendo obras de reforma en el instituto. No obstante, la JCCM –creo que con compromiso adquirido antes con D. José M. Martínez- resolvió “poner a disposición” del Ayuntamiento de Cuenca el subsuelo del patio, sin perjuicio de que más adelante se formalizaran los compromisos.
Con estos mimbres el Ayuntamiento se sintió legitimado para licitar la obra; y el contratista a ejecutarla.
3.- Como los conquenses no sé si somos gafes o masoquistas, en mayo de 2011 volteamos las tabas y salió alcalde D. Juan M. Ávila (PSOE), mientras que Dª. María D. de Cospedal (PP) ganaba la presidencia de la Junta. Este hecho fue determinante para los avatares del jodido aparcamiento: la JCCM revocó aquel compromiso anterior de cesión del subsuelo del patio del instituto -que no se había formalizado con los acuerdos y escrituras necesarios-, alegando que la obra del aparcamiento (me niego a decir “parking”) afectaba a la reforma del IES Alfonso VIII.
De hecho, según se puede leer en el dictamen 239/2015 del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha, en noviembre de 2011 la Secretaría General de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes envió un escrito al Ayuntamiento de Cuenca ordenándole “la paralización inmediata de las obras que está ejecutando en la parcela del IES Alfonso VIII y el desalojo de la misma, retirando la maquinaria pesada y cualquier otro medio auxiliar”. Esto supuso, obviamente, que el Ayuntamiento de Cuenca mandara parar al contratista.
4.- Tan prolijo debió ser el trámite para la cesión del subsuelo del patio del instituto que no se hizo efectivo hasta el 29 de octubre de 2014 (tres años costó tamaño esfuerzo). Además, la resolución ponía quince condiciones. Una de ellas pedía la cesión de 25 plazas a la Consejería de Educación y las demás obligaban a la reforma del proyecto de obra con más cargas al contratista (ver La Tribuna de Cuenca.es, de 18/07/2014).
Así no hay empresa que aguante si, además, se le exige que cumpla tres años más tarde y con nuevas unidades de obra, pero con las condiciones iniciales.
5.- La empresa adjudicataria, viendo el desbarajuste administrativo, pidió la rescisión del contrato. Esto, que me parece obvio, le fue negado, lo que le obligó a pleitear con el Ayuntamiento.
Conozco dos sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha que desestiman las pretensiones de la empresa: la primera, de 23/03/2015, que niega su petición de resolver el contrato; y la segunda, de 26 de junio de 2017, en la que tampoco se le reconoce el derecho a una indemnización, aún cuando en primera instancia el juez reconocía que eximía de responsabilidades patrimoniales al Ayuntamiento, pero “sin perjuicio de la posibilidad de reclamación de responsabilidad patrimonial ante la Junta de Comunidades”.
Y, ciertamente, me posiciono a favor del criterio del juez de lo contencioso-administrativo de Cuenca: la “puesta a disposición” del patio del Alfonso VIII por parte de la administración autonómica, mal o bien hecha, era un compromiso vinculante; y su posterior revocación por el gobierno de Cospedal fue un incumplimiento de una obligación ya contraída por la JCCM (en términos jurídicos a esto le llamamos revocatio in peius). Aún veremos si estos bandazos de gobernantes de distintos partidos no nos toca pagarlos algún día con el presupuesto de la Junta.
Valoración:
De lo dicho arriba deduzco dos cosas:
1.- Las elecciones de 2011, con alcalde socialista y presidenta popular, fueron determinantes para que se frustrara ese proyecto de aparcamiento. Y culpo más a la presidenta Cospedal por sus trabas burocráticas. Y añado: en su gobierno de recortes con la excusa de la crisis, cuanto más durara el conflicto sobre el aparcamiento mejor para evitar nuevos gastos en la apertura del IES Alfonso VIII (profesores, otros empleados, mantenimiento, etc.).
2.- El gobierno de Juan Ávila fue torpe. En mi opinión debió aceptar la renuncia de la empresa adjudicataria del aparcamiento cuando la Junta le ordenó parar obras. Y luego, ya en 2014, cuando tuvo la cesión del suelo, recontratar.
Lo de ahora:
Me parece interesante la propuesta del gobierno municipal para retomar la ejecución del aparcamiento, aunque no entiendo cómo ya tiene empresa constructora cuando no ha convocado la licitación. No se pueden perder las formas: un ayuntamiento se gestiona desde la legalidad y un cortijo como le salga de los esos al señorito.
Me quedo sólo con los cálculos presupuestarios presentados por el Ayuntamiento, y me los creo. Y aún digo más: bastaría con cobrar las plazas de aparcamiento no vendidas con el mismo precio al que se paga la tasa de la ORA sobre superficie para financiar el crédito. De hecho, creo que más pronto que tarde habrá que invertir los costes de aparcamientos en dominio público, poniendo más caros los pocos que vayan quedando en las calles –que todos estorban- y cobrando baratos los subterráneos de rotación.
Esto es mucho mejor que lo que hay. ¿Y qué hay?, pues ahora un pozo en donde debía haber un patio de recreo de estudiantes, una calle cortada y vecinos agraviados, pero un pozo arcilloso que se podría llenar de agua si los elementos cambian algún día de criterio y deciden llover en Cuenca. Claro que, si lloviera como debía, igual elegíamos dejar el pozo como piscina.
Y añado una aportación, aunque sé que se quedará en opinión: ¿si a ese proyecto de aparcamiento se le diera entrada -bajo túnel, claro, de unos 50 metros- a la zona de lo que fue la Resinera (debajo del edificio de Cáritas), no ganaría en prestaciones y en valor?
El alcalde y sus concejales culpan al PSOE del fracaso de su iniciativa, que también, pero deben reconsiderar y juzgar más severamente las relaciones con sus socios de gobierno: gobiernan con el apoyo de Ciudadanos más la abstención de Izquierda Unida. Ahí tiene que hurgar.
Sobre la posición del PSOE tengo comentarios escritos en este mismo diario. Aquí solo quiero decir que los jefes del partido en Cuenca, dejando en mal lugar a su representante en el consistorio, Dª. María J. Gómez del Moral, y utilizando incluso las visitas del Presidente regional –que al menos dos veces últimamente se ha dejado utilizar- no hacen nada distinto de lo que los romanos llamaban el "venditio fumi".
Espero y deseo que el Ayuntamiento de Cuenca, gobierno y oposición, esté a la altura de lo que debe. Y, ya que los concejales se enzarzan en polémicas güeras, les sugiero que dejen a los técnicos municipales que redacten el proyecto de obra –ellos son los cualificados, no los políticos- y que con ese proyecto municipal convoquen la licitación. Seguro que habrá competencia.
Joaquín Esteban Cava