Cuenca, despojada de Luz, transformó sus templos en sepulcros. A las siete de la tarde, salió a las calles para acompañar a la Madre en su duelo y camino de ausencia.
Cuenca, huérfana de Luz, desnudó la Cruz y convirtió sus templos en Sepulcro. A las siete de la tarde, volvió a echarse a la calle para acompañar a la Madre en su camino de ausencia y de luto.