Fue Alfonso VIII de Castilla el que entró triunfante en la ciudad un día de San Mateo y le otorgó después el célebre Fuero de Cuenca. Pero fue importante la participación de otro Alfonso pariente suyo y rey de Aragón.
Dice Elvira Roca Barea que el español está orgulloso de su pasado medieval y que la reconquista es su edad heroica, como las guerras púnicas para los romanos o la conquista del oeste para los estadounidenses. Para Sánchez Albornoz reconquista y repoblación forjaron durante siglos el carácter hispano.
Se ha escrito mucho sobre el goticismo español y durante un tiempo ser godos y venir de godos fue aspiración de nobles y tarea de genealogistas. Todos los reinos cristianos del norte y los condados de la marca hispánica lucharon por la hegemonía con la vista puesta en la recuperación de la unidad perdida tras la caída del reino visigodo de Toledo. Recuperación de la unidad política, porque el latín no se perdió ni tampoco el Fuero Juzgo de Recesvinto, que estuvo en vigor hasta que a finales del siglo XIX se aprobó el Código Civil.
Hay muchos Alfonsos en la historia de los reyes peninsulares. Un nombre de origen germánico, godo, con las variantes Ildefonso o Alonso.
Han sido hasta ahora 18 entre los reinos de Asturias, León, Castilla, Aragón y España. Además están los Alfonsos de Portugal, el primero de los cuales Alfonso Enriques era hijo de Enrique de Borgoña, hermano de Raimundo de Borgoña. Ambos casaron con dos hijas de Alfonso VI de León,
En un tiempo coincidieron Alfonso I el Batallador en Aragón, Alfonso Henriques en Portugal y Alfonso VII el Emperador en Castilla y León. Este último se hizo coronar como Imperator totius Hispaniae en la catedral del mismo León donde ahora suenan voces de retroceso, provincianas y localistas. Entonces los leoneses luchaban por la unidad y la grandeza mediante la integración en territorios más amplios.
Nieto de Alfonso VII el Emperador y de Berenguela Berenguer o de Barcelona fue Alfonso VIII de Castilla conocido como “el de las Navas”. Era por tanto bisnieto del Conde de Barcelona Ramón Berenguer III y de Dulce de Provenza. Por parte de madre era nieto de García Ramírez de Pamplona y tataranieto del Cid.
Como su padre Sancho III de Castilla era primo hermano de Alfonso II de Aragón “el Trovador”, él era sobrino suyo aunque eran de la misma edad. El de Aragón fue conocido también como “el Casto”, pues aunque tuvo seis hijos con su mujer Sancha de Castilla, al parecer le fue fiel a diferencia de lo que era costumbre.
Existía un vasallaje de los reyes de Aragón al de Castilla desde Alfonso I el Batallador y aquí entra en escena Cuenca.
Nos lo cuenta la Crónica de San Juan de la Peña, crónica medieval escrita a iniciativa de Pedro IV de Aragón “el Ceremonioso”, que podemos resumir así: “Al fin el rey de Castilla, en gran cuita viendo que los moros le tenían Cuenca cercada, envió a rogar al rey D. Alfonso de Aragón que le fuese a decercar aquella, quitole el vasallaje y cedió los lugares que le tenía y como buen caballero remedió el sitio de la ciudad de donde partió con gran honor y victoria y mudó las armas y señales de Aragón y prendió bastones”.
Desde ese momento, las armas definitivas de Aragón han sido las barras o bastones de gules sobre campo dorado, (rojo y amarillo).
En la toma de Cuenca en 1177 los dos Alfonsos tenían 19 y 20 años.
Dos años después de la conquista de Cuenca, en el Tratado de Cazola de 1179, Alfonso VIII de Castilla y Alfonso II de Aragón se repartían el terreno a reconquistar. Castilla se quedaba con Andalucía y Aragón con Levante.
José Antonio López Rodríguez