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Silencio, fe y lluvia: el Lunes Santo conquense se desvanece entre las palabras de Cristo y el llanto del cielo
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(Foto: Sergio Valverde)

Silencio, fe y lluvia: el Lunes Santo conquense se desvanece entre las palabras de Cristo y el llanto del cielo

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
martes 15 de abril de 2025, 03:44h

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La noche del Lunes Santo en Cuenca, 2025, se caracterizó por la solemnidad de las Siete Palabras de Cristo. La procesión, marcada por el incienso y la fe, avanzó por las calles históricas bajo la lluvia, concluyendo en la iglesia de San Esteban cerca de la una de la madrugada.

Silencio, devoción y una participación masiva marcaron el discurrir de la Procesión de las Siete Palabras en este Lunes Santo de 2024, presidida por el Santísimo Cristo de la Vera Cruz. Un desfile que brilló por la solemnidad de su desarrollo y la implicación de los hermanos, hasta que una fuerte lluvia en el último tramo obligó a apresurar el paso hacia el templo de San Esteban y truncó un final que, aun así, se mantuvo ordenado y lleno de respeto.

Desde el principio, la jornada se intuía especial. La misa previa a la salida procesional, celebrada en la Catedral de Cuenca, registró una participación sin precedentes. No había un solo banco libre, y muchos hermanos ya vestían la túnica desde primera hora. El adelanto horario aprobado este año, si bien no pudo demostrarse su efectividad plena por la suspensión parcial de la procesión a causa de la lluvia, se reveló como un acierto ya desde esta celebración litúrgica inicial.

Durante la misa, monseñor José María Yanguas bendijo las rosas en recuerdo de los hermanos fallecidos durante el último año, una de las cuales quedó depositada a los pies de la Cruz, donde florecía el cardo, símbolo de resiliencia. Mario Martorell, en nombre de su padre, encendió los cuatro hachones del paso, y el propio Armando Martorell fijó en las andas la reliquia del Lignum Crucis de Vellisca, tras un emotivo momento de adoración por parte de los hermanos.

La Hermandad marcó con claridad las pautas: una vez finalizada la liturgia, el cortejo se formó en la girola. Al frente, la Cruz de Guía. A continuación, el estandarte, los faroles, y los grupos de hermanos de Mira y Villar de Domingo García, seguidos por el resto de nazarenos. El Coro Alonso Lobo inauguró su participación con un motete a los pies del Cristo, como ya hiciera el año anterior.

El obispo, acompañado del sacerdote y hermano Mario Valverde —predicador de la Segunda Palabra—, marchó tras el paso hasta la Puerta de la Misericordia. Junto a ellos, varios penitentes, uno de ellos con el hábito de los hermanos de Nuestra Señora de las Angustias. En la presidencia institucional destacaron Rafael Castillejo, de la Hermandad del Cristo de la Luz, y Adrián Martínez, concejal del Ayuntamiento. En este 2024 se incorporaron además hachones de cierre para mejorar la organización del desfile.

A las 21:30 horas en punto se abría la Puerta de la Misericordia. La Vera Cruz salió a una Plaza Mayor absolutamente abarrotada y envuelta en un silencio sobrecogedor. La Primera Palabra, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen", fue pronunciada por monseñor Yanguas. Un fallo técnico en la megafonía obligó a esperar unos minutos, pero la espera no empañó la intensidad de sus palabras, centradas en el perdón que Jesús implora no para sí, sino para nosotros: “como una madre que intercede por sus hijos”.

La procesión descendió por Alfonso VIII a ritmo pausado, acumulando cierto retraso al llegar a Alonso de Ojeda, debido también a la enorme cantidad de público que presenciaba el cortejo, en silencio incluso en la zona de bares. Los tambores velados marcaron el paso, mientras el coro acompañaba con intensidad.

En la anteplaza, ante el convento de las Esclavas, Mario Valverde pronunció la Segunda Palabra: "Hoy estarás conmigo en el paraíso", una reflexión sobre el sufrimiento compartido con Cristo y la esperanza de la resurrección. En San Felipe Neri, Fernando Díaz Miranzos tomó el relevo con la Tercera Palabra: “Madre, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”, destacando el nacimiento de una nueva familia en el momento más desgarrador de Jesús.

En San Andrés, Celia Casanova, Hermana Mayor de este año, proclamó la Cuarta Palabra: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, recordando que el abandono aparente de Dios fue un momento profundamente humano que permite identificarnos con Cristo en nuestra fragilidad.

La Quinta Palabra, “Tengo sed”, fue pronunciada en El Salvador por Julio María Checa, joven hermano que dedicó su meditación al amor sin medida de Cristo y a su sed de nuestras almas: “una sed de cercanía, de comunión, de entrega”.

Antes de llegar a la Puerta de Valencia, los banceros ofrecieron un homenaje al nazareno Rafael Ladrón de Guevara, recientemente fallecido, levantando de nuevo el paso en su honor. Allí, en el templo conventual, Clara María Urango Mozo, otra joven hermana, meditó sobre la Sexta Palabra: “Todo está cumplido”, palabras que, según expresó, son “el reflejo de una misión consumada con amor y fidelidad”.

El tramo final, por la calle Las Torres, mantenía aún una buena presencia de público y la participación seguía siendo ejemplar. Pero todo cambió cuando la cabecera del cortejo encaraba Aguirre: comenzó a llover con fuerza. Las aceras se vaciaron de inmediato, los paraguas se abrieron, y la Hermandad decidió apretar el paso hacia San Esteban. La coordinación fue impecable pese a la prisa, y la fila de hermanos se mantuvo compacta y respetuosa.

A las 00:30 horas, el paso entraba en el pórtico de la iglesia. Desde el interior, Antonio Fernández, vicario general y párroco de San Esteban, pronunció la Séptima y última Palabra: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. En su meditación, alentó a los presentes a no temer la muerte, pues “para quien cree, morir es descansar en las manos del Padre”.

Finalizada la reflexión, los banceros llevaron a la imagen hasta el altar, mientras el Alonso Lobo cantaba a la Inmaculada. El consiliario dirigió un Padrenuestro en acción de gracias antes de impartir la bendición final. Como es tradición, la procesión concluyó con el “Miserere”, entonado por el coro a las 00:45 horas.

Pese a la lluvia que empañó el final, la Procesión de las Siete Palabras firmó uno de los Lunes Santos más participativos y emocionantes que se recuerdan. Se destacó especialmente la implicación de hermanos jóvenes —tres de ellos predicadores de las Palabras— y la serena respuesta de la Hermandad ante la adversidad climática. También fue muy valorada la restauración de la Cruz de Guía, símbolo que volvió a abrir camino con sobriedad y belleza.

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