La comunidad nazarena de Cuenca inició la Cuaresma con la Misa de imposición de Ceniza, presidida por el obispo José María Yanguas. Se enfatizó la importancia de la penitencia sincera y la reconciliación con Dios y los hermanos, marcando el comienzo de los actos religiosos hacia la Semana Santa.
“Hoy nos reunimos para celebrar todos juntos el comienzo de estos cuarenta días que nos han de llevar hasta los días centrales de la Pasión de Jesucristo. Hoy, como nazarenos que somos, iniciamos con renovada ilusión este recorrido pascual, que nos situará una vez más ante la puerta de San Andrés para recibir con júbilo y devoción a nuestra querida Borriquilla y, de esta manera, celebrar una nueva Semana Santa. Durante este tiempo se nos invita a profundizar en nuestro bautismo, y con un sincero reconocimiento de nuestras debilidades, a encontrarnos con Dios”. Con estas palabras del presidente de la Junta de Cofradías, Jorge Sánchez Albendea, comenzaba esta tarde en Cuenca la tradicional Misa de imposición de Ceniza, con la que la comunidad nazarena ha iniciado la Cuaresma. En esta ocasión, la misa organizada por la institución nazarena se ha celebrado en el Oratorio de San Felipe Neri, que se ha llenado para la ocasión.
Presidida por el obispo de la Diócesis, monseñor José María Yanguas, y concelebrada por los sacerdotes Joaquín Ruiz, delegado episcopal en la Junta de Cofradías, y Pedro José Ruiz, consiliario entre otras de las hermandades de La Borriquilla y La Negación de San Pedro, la celebración ha contado con la asistencia de la Comisión Ejecutiva y la Junta de Diputación de la institución nazarena. Ha acompañado musicalmente el Coro de la Capilla de Música de la Catedral, dirigido por José Antonio Fernández.
Durante su homilía, monseñor Yanguas ha hecho hincapié en la necesidad de tomar en serio tanto los símbolos y significado de la Cuaresma y de la Palabra de Dios, como el propio pecado, pues “si el pecado se ve como una broma, se verá también como una broma el perdón de Dios y quedará vacío de significado”.
Monseñor ha pedido coherencia en el fondo y la forma, en el comportamiento interno y el externo, animando a los nazarenos a hacer en esta Cuaresma los gestos de forma sincera y de cara al Señor, a mayor gloria de Cristo y no propia: “El Señor quiere rectitud de corazón. Lo que soporta difícilmente es esa mentira, esa falta de coherencia. El Señor quiere gestos genuinos. La penitencia, el ayuno, pueden ser desfigurados, se vacían cuando se hacen para ser vistos y no para honrar a Dios. Se roba a Dios su gloria. El amor que se le debe. Y se proyecta sobre nosotros mismos, para que nos vean. Ser apreciados y estimados, la vanagloria. Los gestos externos deben ser coherentes con los internos” ha pedido.
También ha llamado a la reconciliación, tal y como lo proclaman Cristo y, siguiendo sus enseñanzas, los apóstoles y San Pablo. Ha propuesto a los nazarenos “reconciliación y paz con Dios” y “reconciliarse para ello primero con el hermano. Reconciliarse y perdonar de corazón siempre es posible”, ha reflexionado, para añadir que la verdadera penitencia con mayúsculas, de la que nacen todas las demás, es reconocerse pecador ante el Señor, arrepentirse de corazón cuando se le hace daño y quebrarse ante él, para ser merecedores de su perdón.
“Recibamos la ceniza en nuestras cabezas como señal de penitencia, del dolor de corazón con nuestros pecados, con el hondo sentir de aquellos hombres arrepentidos de la ciudad perversa de Nínive. Que cuando recibamos la ceniza digamos al Señor: me duele haberte ofendido. Ayúdame a comportarme como tú quieres” ha concluido.
Con la imposición de la ceniza, arrancan además los actos y cultos organizados por las hermandades y la institución nazarena para esta época del año. El próximo será este viernes, primero de Cuaresma, con el Vía Crucis del Amarrao por las calles de San Antón.