La venta a pérdidas es una práctica no legal desde que entró en vigor la ley de la Cadena Alimentaria; por ley el agricultor debe recibir un precio superior al de sus costes de producción. Unos costes de producción que se pueden obtener gracias al informe, así como a la aplicación de la Interprofesional del Vino de España, donde cada viticultor puede desarrollar sus costes y saber el precio al que tendría que vender su uva. Por eso sorprende la campaña de venta de vino que saca pecho por vender el producto a unos precios que, ni tan siquiera, cubren los costes de elaboración y producción de la uva y crean incertidumbre al consumidor. Cualquier consumidor puede entender que un industrial, por barato que venda, siempre querrá obtener y obtendrá, algún tipo de beneficio. El inconveniente es a costa de quién.
Desde UPA Castilla-La Mancha se denuncia el daño a la imagen de los vinos de la región, en una situación complicada de los viticultores profesionales cuyo mensaje parece ser, somos competitivos, porque somos los más baratos. Una afirmación por la que no se puede sacar pecho, desde el punto de vista de la organización agraria; porque es una situación que se repite año a año a costa de tirar por tierra la buena imagen de los vinos de Castilla-La Mancha, “porque no nos engañemos, precio barato es mala imagen", concluyen desde UPA.