Artículos de Opinión

Movilizaciones en defensa del ferrocarril

Fernando Casas | Sábado 26 de noviembre de 2022

La Plataforma en defensa del ferrocarril convoca una concentración en la plaza de España, el domingo día 27 de noviembre a las doce horas. Acudamos para instar a los gobiernos, central y autonómico, a que traten con justicia a la ciudadanía de la provincia de Cuenca, que es la más despoblada de Castilla-La Mancha. Además, el martes día 29 de noviembre, a las 18.00 horas, tendrá lugar un plante en la estación de Cuenca (el decimoctavo) para animar a la Junta a que promueva la renovación del tren Madrid-Cuenca-Valencia, porque constituye una prioridad pelear por el ferrocarril como bien público que sostenemos colectivamente con nuestros impuestos.

El gobierno de Castilla-La Mancha, concibe el ferrocarril como un servicio público “vital para la vertebración y la fijación de la población del territorio y para mantener viva la esperanza de crecimiento con el tren”. En coherencia con su discurso, tendría que sentirse obligado a atender la petición de la ciudadanía de Cuenca. El ejecutivo regional apuesta por el ferrocarril, como “una de las infraestructuras esenciales y proclama que el futuro es del tren”. Por este motivo, la ciudadanía de la provincia insiste en que, de acuerdo con sus planteamientos, revierta la decisión del Ministerio de Transportes de llevar a cabo el cierre de la línea regional Madrid-Cuenca-Valencia y proceda a su renovación.

La Junta de Castilla-La Mancha nunca debió admitir la estrategia premeditada, llevada a cabo por encargo del Ministerio de Transportes, para la aniquilación de la línea férrea. Durante treinta años Renfe y el Administrador de Infraestructuras ferroviarias (Adif) se han dedicado, con esmero, a no renovar las vías, no renovar las maquinarias, quitar estaciones, suprimir interventores, eliminar taquillas, poner horarios y frecuencias imposibles, programar retrasos y cancelaciones etc. No se entiende que la Junta de Comunidades haya consentido el trato despreciable de Adif a la ciudadanía de la región, para acabar con la paciencia de la gente y conseguir que deje de viajar en tren

Es el momento de revertir la situación creada por Renfe y Adif. En plena emergencia climática y con el grave problema de la despoblación se debe renovar el tren regional y restablecer el servicio. Desmantelar el ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia sería incongruente con el discurso del gobierno y sus proclamas de igualdad, cohesión y lucha contra la despoblación. En consecuencia, la Junta debe oponerse a que el Ministerio suprima un tren que vertebra zonas despobladas de la provincia de Cuenca. Hay que defender la renovación del tren para contar con un ferrocarril de calidad, al servicio de la ciudadanía que vive en los pueblos y paga impuestos. Sería una discriminación indecente, el que los poderes públicos del gobierno estatal y de Castilla-La Mancha, no renueven la línea que, funcionando de manera adecuada, podría mejorar las condiciones de vida de las personas que viven en Tarancón, Huete, Castillejo del Romeral, Cuevas de Velasco, Chillarón, Cuenca capital, Cañada del Hoyo, Carboneras de Guadazaón, Arguisuelas, Yémeda, Cardenete y Villora.

Los políticos de la región deberían considerar inaceptable que destruyan un tren con 139 años de historia. Sería un despilfarro de recursos públicos el que la Junta, en vez de emprender un plan de recuperación y modernización del ferrocarril, permita el destrozo de la línea y propicie la especulación de los terrenos públicos de las estaciones y las vías. No sería fácil de entender que, disponiendo de unos cuantiosos Fondos Europeos de Recuperación y Resiliencia, la Junta colabore en la destrucción de una línea de interés general, que atraviesa nuestro territorio. Durante muchos años, el tren ha sido un medio de transporte público, seguro, cómodo, asequible y es un espléndido patrimonio cultural, valorado en más de 1000 millones de euros. Despojar a Cuenca de un tren que discurre por unos parajes maravillosos sería una ofensa al buen gusto y un atentado a la dignidad y los derechos fundamentales.

Fernando Casas Mínguez

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