Cuenca

Solemnidad y larga fila de tulipas acompañan de nuevo a las hermandades del Perdón

(Foto: cuencanews.es).
Rubén M. Checa | Miércoles 13 de abril de 2022

Desde que este humilde periodista se acuerda, nunca un Martes Santo había congregado en la Plaza Mayor tal cantidad de espectadores en la procesión del Perdón. Aunque sea la frase habitual estos días, las ganas que había de acompañar a nuestras tallas, o de admirarlas en procesión, ha vuelto a colapsar las calles y callejuelas del Casco Antiguo.

Una situación que ya se ha ido notando a lo largo de la tarde, pero que minutos previos a la salida de las distintas hermandes, se iba acrecentando: los hermanos del Bautista y la Magdalena no dejaban ni un milímetro vacío en la plaza del Salvador, los hermanos de María Santísima de la Esperanza hacían lo mismo en San Andrés, y los esclavos del Medinaceli hacían que la turba en torno a San Felipe Neri se asemejase al Camino del Calvario.

Toda una subida con esa solemnidad que caracteriza a la procesión del Martes Santo y que, mientras Jesús de Medinaceli y la virgen de la Esperanza llegaban a la Plaza Mayor, desde la iglesia de San Pedro salía un Bautismo a pie de plomo que fue descendiendo en intimidad hasta la Plaza Mayor para unirse al desfile.

Tallas que, ya en su bajada, descendían muy acompañadas por sus hermanos, esclavos y penitentes, formando una fila de tulipas kilométrica que, como viene siendo habitual cada año, en el caso de Medinaceli tuvo que doblar filas para no hacer sus filas demasiado largas.

Como cada año, este 2022 los pasos que componen la procesión del Perdón han estrenado novedades. La que más ha llamado la atención ha sido el vestido que portaba esta noche María Magdalena, un traje de procesión elaborado por el taller de bordado de San Julián a partir del vestido de novia de una hermana y que ha dejado a más de uno sin palabras.

Del mismo modo, San Juan Bautista ha estrenado este año corona y, para el paso del Bautismo, se han incorporado en las andas doce medallones. María Santísima de la Esperanza ha desfilado por las calles conquenses con un nuevo pecherín.

Con todo esto, las imágenes comenzaban el descenso pasadas las 21 horas marcada por esa solemnidad de cada paso, por ese sonido de la tulipa al golpear el suelo, por esas marchas que tanto añorábamos escuchar.

Aunque empañado en alguna que otra ocasión por los conquenses (o turistas) que cruzaban de vez en cuando el desfile para cambiar de acera, el murmullo de los que se encontraban de espectadores o esos fotógrafos sin peto acreditativo de la Junta de Cofradías que se metían al desfile para sacar sus mejores instantáneas (y que ninguno de ellos eran periodistas de Cuenca).

No faltaron marchas como la inspirada en el Gaudeamos Igitur (el himno universitario) al Bautismo cuando comenzaba a bajar por Alfonso VIII o ese ‘Bautista’ de Fernando Ugeda.

Pero si tan numerosos era el público en el recorrido de la procesión por el Casco Antiguo, lo mismo ocurría por el centro urbano, en donde nadie quiso perderse y no le importó trasnochar con tal de volver a ver por las calles a las cinco hermandades del Martes Santo.

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