Si ya de por sí es difícil desarrollar una actividad económica o empresarial que cree riqueza y trabajo en provincias como Cuenca, especialmente afectada por la despoblación, el alto precio de los combustibles, que no ha parado de crecer desde el inicio del año pasado, está poniendo en peligro la continuidad de ciertos negocios que ya difícilmente soportan los costes, por ejemplo, de la energía, el gasóleo, los abonos o los piensos de ganadería.
Si bien es cierto que aquí la actuación del Estado resulta imprescindible, los gobiernos regional y provincial deben presionar al gobierno nacional y prestar una atención especial a estos sectores que conforman la base de nuestro sistema económico y productivo. Si se desmorona esto, se desmorona todo. Ahora lo que requiere de atención y medidas urgentes son los ganaderos, agricultores, transportistas, taxistas…, y muchos otros sectores que han creído en nuestra provincia con su iniciativa privada, que han estado en situaciones complicadas como la de la pandemia, y que en modo alguno podemos olvidar si no queremos que se agrave la situación de desigualdad y despoblación de la provincia de Cuenca.
El precio del combustible se ha duplicado en un año. Nadie puede trabajar bajo esta presión y con esta incertidumbre. Los autónomos y empresarios se ven ahora en la disyuntiva entre seguir luchando o parar, siendo también trágico que tal y como están las cosas, nadie se plantee con estas circunstancias iniciarse en estas actividades que en algunos sectores como el agrícola y ganadero ya tienen una falta importante de relevo generacional.