Esta historia podría comenzar con aviones que dejaron de surcar los cielos paralizando el movimiento frenético de turistas y regresando a aquellos tiempos en los que el viaje necesitaba meses. Viajar a Oriente, a diez mil kilómetros, necesitaba de algo más que un puente sin confinamientos perimetrales. Desde este lejano oriente, en Taiwán, donde se ve de cerca la sombra enorme de la China continental y, donde el virus apenas ha hecho parada, la vida sigue suave su curso, la producción cultural continúa su camino y, como casi siempre, como en casi todos los lugares, el cine sigue siendo dirigido mayoritariamente por hombres.
Desde allí, la periodista y cineasta Lidia Peralta participa como jurado en festivales que tratan de sacar de los márgenes el cine rodado por mujeres. La directora de documentales como La caravana del manuscrito andalusí, Alas Sobre Dakar, A propósito de Sudán o Una casa para Bernarda Alba amplía su mirada hacia Oriente para ser testigo directo de las propuestas presentadas en festivales como el Women Make Waves en el que participa como jurado, una tarea que compagina con la realización de un proyecto de investigación sobre cine taiwanés becado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Como cuenta la propia Lidia Peralta, “el estudio de género en el cine español y marroquí es una de mis principales líneas de investigación y este era un buen momento para abrirla a otras latitudes a través de este festival centrado en el cine hecho por mujeres. Este certamen siempre ha estado muy ligado a los derechos sociales de las mujeres y al movimiento feminista taiwanés”.
La relativa y expectante normalidad que vive este país asiático permite la asistencia a festivales como éste, que lleva celebrándose desde 1993, año en el que fue creado por una asociación de mujeres cineastas taiwanesas, al rebufo del nacimiento de una cinematografía autóctona cuya ola trajo a nuestras pantallas a directores como Hou Hsiao-Hsien, la aparición estelar unos años después de Ang Lee, ganador de tres Óscar, el primero de ellos a la mejor película extranjera por Wò hǔ cáng lóng en 2010 y, tras trasladarse a Estados Unidos, como mejor director por Brokeback Mountain y Life of Pi. “El cine de autor del llamado New Taiwanese Cinema surgió como rechazo al realismo social que se estaba haciendo en ese momento, muy cercano a al propaganda del partido nacionalista Kuomintang, muy volcado en valores e incluso las representaciones tradicionales del Kung Fu”, explica la investigadora. “En este movimiento hubo muy pocas mujeres, ya que la mujer empieza a incorporarse más adelante a la industria cinematográfica”.
Para Lidia Peralta, festivales como Women Make News son una buena manera de “crear un espacio para reivindicar las subjetividades femeninas en el mundo oriental, pues igual que en el occidental, la creatividad femenina sigue siendo minoritaria. Este festival pone de manifiesto la creación de cineastas autónomas que en este momento podrían tener la fuerza creativa suficiente para crear movimientos como aquel Taiwanese New Wave Cinema de los años ochenta y noventa”.
Festivales exclusivamente femeninos que siguen siendo controvertidos, pero que en la opinión de la directora de documentales, “llegará un día que esto no sea debate, porque la existencia de directoras no sea algo minoritaria, pero en la actualidad hablamos en el cine occidental de que menos del veinte por ciento está dirigido por mujeres. A día de hoy las cifras siguen siguen hablando por sí mismas. Hemos de ser conscientes de la dificultad de acceder a las subjetividades femeninas, de ver en una pantalla cómo las mujeres interpretan el mundo. Si viéramos únicamente las películas ganadoras del festival The Golden Horse, el más importante de Taiwán, la imagen que tendríamos de este país es que está poblada de bandas competitivas y violentas, por lo que tendríamos una visión incompleta de la realidad de este país”.
Tras estas primeras semanas en las que la investigadora Lidia Peralta ha participado como jurado en varios festivales y ha visionado trabajos realizados por directoras taiwanesas durante los últimos años, no duda en afirmar que “unas primeras conclusiones del análisis de las películas que he estado analizando es que, en estos momentos, la mujer tiene más presencia en el sector documental que en la ficción. Las apuestas más radicales por la temática sorprendente y por su tratamiento, por lo novedoso del enfoque y por las emociones que transmiten se encuentran en el documental. Algo que se ha visto muy claramente en el festival Women Make News que sirve fundamentalmente para detectar el potencial de muchas de las directoras, aunque no veo una segunda ola de cineastas taiwaneses como el que hubo en los años ochenta donde se realizó cine de autor muy vanguardista. De momento, no lo he encontrado. Ahora bien, hay cineastas muy interesantes que están innovando en temáticas y formatos”. Preguntada por algún título de la filmografía reciente taiwanesa, Lidia Peralta se decanta por Small Talk (日常對話). “Es uno de los films más premiados e interesantes de los últimos años. Dirigido por la cineasta Huang Hui-chen, donde cuenta la historia de la relación de una hija con su madre contada en primera persona. Comienza afirmando que son dos desconocidas que nunca se han comunicado. El documental narra ese proceso de desenmascarar todas esas historias familiares que impiden que esa madre y esa hija que viven juntas se comuniquen. Ese proceso de reinicio vital me impactó muchísimo”.
En sus primeros análisis sobre las realizadoras taiwanesas contemporáneas, la doctora Peralta, afirma que “los documentales más premiados comparten una serie de características comunes. Lo primero que me ha llamado la atención es que en varios de ellos se ha hecho un seguimiento de años a los personajes principales y sus trabajos han sido muy transparentes al dejar fluir esas contradicciones de los protagonistas con sus altibajos, sus dudas o cómo afrontan su historia vital.”