provincia

Verano en el pueblo: cuando quieres ver a tu familia, pero no a la del vecino

Redacción/ EFE | Lunes 25 de mayo de 2020
La llegada de las vacaciones es para muchos una vuelta a sus orígenes, a esos pueblos cada vez más deshabitados que esperan con los brazos abiertos la llegada de los que se fueron para "prosperar". Pero el coronavirus lo ha cambiado todo. Las ganas por el reencuentro y el necesario dinero que deja el turista de interior pelean ahora con el miedo al contagio.

Hay más de 8.000 pueblos repartidos por todo el país y muchos de ellos sufren desde hace décadas la caída de su población en detrimento de las grandes ciudades, donde precisamente el coronavirus ha sido más agresivo y ha obligado a muchos de sus habitantes a permanecer confinados en pisos con el deseo de huir en cuanto se pueda a las amplias casas de los pueblos.

Muelas del Pan, en Zamora, es uno de ellos, una localidad de 650 habitantes que llega a triplicar su población en verano con la llegada de descendientes del municipio y veraneantes y que tiene como atractivo turístico las zonas de baño del embalse de Ricobayo.

Su alcalde, Luis Alberto Miguel, admite a Efe que entre los vecinos existe cierta preocupación por la mayor afluencia de personas en verano, ya que la mayor parte de los habitantes son población envejecida. La actitud en muchos casos es un tanto contradictoria porque la gente quiere ver a la familia en verano: "Sí, a la mía, pero no a la del vecino", declara.

Admite que sopesa cerrar la playa de arena de Ricobayo, que es la zona oficial de baño, pero en el resto de lugares naturales del embalse dejará libertad porque es imposible acotar y vigilar toda la orilla, máxime en pueblos como el suyo que carecen de policía local.

"Va a ser un verano muy complicado para los alcaldes, ya que si todos los vecinos cumplieran las normas no habría problemas, pero siempre hay gente irresponsable que se relaja en las medidas de protección frente al coronavirus y más en verano", advierte.

Otro ejemplo es la pequeña localidad extremeña de Villar de Plasencia, al norte de la provincia de Cáceres, un municipio de 235 habitantes, que incluso cuadriplica en la segunda quincena de agosto su población con personas procedentes, en su mayoría, de Barcelona, Bilbao y Madrid.

Su alcaldesa, María José Pérez Izquierdo, reconoce a Efe que algunos vecinos “están asustados” por la llegada de gente de fuera, especialmente por el hecho de que este pequeño municipio no ha registrado ningún caso de coronavirus.

"Todo el pueblo ha colaborado para evitar contagios, de ahí que muchos vecinos me pidan que en verano no dejemos entrar a nadie de fuera", algo que, "obviamente, no es viable si se da luz verde a la movilidad total", declara la alcaldesa.

Uno de los principales asuntos que en estos momentos se debate en el seno de la Mancomunidad de Trasierra Tierras de Granadilla, a la que pertenece Villar de Plasencia, es la posible apertura de las piscinas municipales el próximo mes de junio.

"Yo voy a proponer que, de momento, no abramos, pues no es viable con el poco aforo que nos permiten. Además, si nosotros abrimos y otros pueblos no, es posible que se produzca un movimiento adicional de personas entre poblaciones, algo que no ayuda para la prevención de la pandemia", afirma María José Pérez.

En Escalona, un municipio toledano con 3.500 vecinos empadronados y 6.000 residentes que en verano supera las 20.000 personas, también están “preocupados”, no tanto por la llegada masiva de visitantes, sino por el hecho de que se incumplan las medidas de distancia social.

Sostiene que en los locales de hostelería las medidas de seguridad están “reguladas” y que en los actos públicos y culturales que se organicen se limitará el aforo y se mantendrá la distancia, pero lo ve “más complicado” en las zonas de playa y de baño del río, uno de los principales atractivos de este municipio, porque es “imposible” tener vigilancia en cada uno de los cientos de accesos existentes.

Por su parte, el concejal de Cultura y Turismo de la localidad toledana de Oropesa, Israel Fernández, se muestra convencido de que este año habrá más turismo de interior porque muchos no se irán de vacaciones a la playa y otros “tienen miedo” a viajar fuera del país.

Asegura que este municipio, de unos 2.800 habitantes, es “un buen destino” para pasar el verano por el patrimonio que atesora y su proximidad a entornos naturales como la Sierra de Gredos, la comarca de La Vera o el Valle del Tiétar.

A la posibilidad de no poder ir de vacaciones se unen también las dudas sobre la utilización de piscinas públicas, lo que ha hecho que se dispare el interés por contar con piscinas de uso particular.

Mayte Nieto, directora de Comunicación de Piscinas DTP, empresa ubicada en Casarrubios del Monte (Toledo), explica a Efe que el porcentaje de visitas a la página web corporativa se ha incrementado en más de un 200 por ciento en las últimas semanas y que los pedidos han crecido “exponencialmente” desde finales de abril.

Detalla que de una veintena de solicitudes diarias de información y presupuesto que recibían el año pasado por estas fechas se ha pasado a más de un centenar y que, a pesar de que 2019 fue un año de “mucho trabajo” -los pedidos se situaban entre 7 y 8 al día-, en la actualidad alcanzan entre 10 y 15 diarios.

En el norte, el gerente de la Asociación Turística Valle del Aragón, Ángel Bandrés, detalla que la perspectiva estival es "esperanzadora" para el turismo de interior y de montaña porque después de dos meses de confinamiento la ciudadanía tiene "ganas y derecho" a ir a sus segundas residencias.

La concejala de Turismo de Benasque, Noemí Domenech, recuerda que en esta localidad, que cuenta con el mayor número de cimas de 3.000 metros de altura de los Pirineos, viven normalmente unas 900 personas y en 2019 recibió 60.000 visitantes, 35.000 de ellos en verano.

Por su parte, en Anento (Zaragoza), donde apenas residen 30 personas, esperan este verano la habitual llegada de turistas que quieren conocer uno de los pueblos incluidos en la lista de los más bonitos de España y que el año pasado atrajo a 25.000 visitantes, una realidad que cambia mucho a casi 190 kilómetros de distancia, en el pueblo de Uncastillo, en las Cinco Villas, donde reina la incertidumbre sobre la llegada de veraneantes.

"Se nota que hay gente que todavía no viene porque la población está muy envejecida, hay un cierto respeto", explica Concha Vicente, una vecina que dirige una vivienda rural para turistas.

En la Rioja Alta, Ezcaray, uno de los principales municipios turístico de esta comunidad, tiene censados unos 2.100 habitantes, pero cada verano multiplica por cinco su población por la llegada de los propietarios de apartamentos y casas en sus urbanizaciones de segundas residencias.

Así, el verano se convierte en la época de "ebullición" económica para una villa que también "aprovecha" sus paisajes nevados y su estación de esquí, pero este invierno el frío tardó mucho en llegar y Valdezcaray abrió sus pistas pocos días: "Y cuando podíamos pensar en que aún quedarían algunas jornadas de esa temporada, llegó el coronavirus y todo se cerró", recuerda el alcalde, Gonzalo Abajo.

Admite que, "aunque venga gente, hay que esperar a ver cómo evoluciona el miedo global a la hora de ir a restaurantes o salir a las plazas".

Por su parte, la Central de Reservas de la Diputación de Ávila, Casas de Gredos, que cuenta con una red de unos 200 alojamientos en toda la provincia, observa una ligera reactivación de las reservas durante la última semana, cuya duración es mayor a lo habitual en años anteriores durante los meses de julio y agosto.

Según han explicado fuentes de Casas de Gredos, desde la semana pasada se han producido en torno a una treintena de reservas de casas de turismo rural, fundamentalmente en la Sierra de Gredos, para los meses centrales del verano, mientras que la incertidumbre actual, hace que junio esté vacío.

La localidad abulense de Las Navas del marqués, de 5.200 habitantes, afronta este verano con cierto optimismo, ya que se espera que buena parte de los veraneantes que en momentos puntuales quintuplican su población, permanezcan en este municipio próximo a la Comunidad de Madrid durante más tiempo en los meses de julio y agosto.

El alcalde de esta localidad, Javier Sastre, espera que si la evolución de la pandemia es favorable, el próximo verano pueda llegar a ser "fuerte" desde el punto de vista turístico ya que, muchos de los que han pasado estos dos meses de confinamiento en las Navas -entre 4.000 y 5.000-, continuarán en el municipio.

A esta cifra se sumarán aquellos otros que, según le consta, optarán por el "teletrabajo" desde la localidad, de manera que podrán disfrutar de la naturaleza y el entorno del municipio, a la vez que continúan con su trabajo diario, lejos de la gran ciudad.

Esta circunstancia puede hacer que, según calcula el regidor, la población constante de Las Navas del Marqués se sitúe entre los 15.000 y los 20.000 habitantes, frente a los 12.000 que eran habituales en julio y agosto, salvando los 'picos' vinculados con las fiestas locales, que llegaban hasta los 25.000.

Y Javier Sastre no descarta que, una vez superada esta crisis, la localidad incremente su población con nuevos empadronamientos, algo que probablemente sucederá en muchos de los más de 8.100 pueblos de España por el miedo al coronavirus.

Noticias relacionadas