La Residencia Nuestra Señora de Consolación de Iniesta no tiene, ni ha tenido, ningún caso confirmado de covid-19 ni tampoco ha tenido con sintomatología a ninguno de sus 52 usuarios actuales. La directora del centro geriátrico, Miriam Granero, ha explicado que “el fin de semana del 6 al 8 de marzo ya empezamos a ver que se avecinaba algo serio en nuestro país y que los mayores serían el colectivo que más afectado se iba a ver, por lo que elaboramos un estricto protocolo de seguridad e higiene y cerramos la residencia a las visitas el día 10 de marzo. Desde entonces solo han accedido al centro los trabajadores”. Cabe recordar que el estado de alamar se decretó la noche del 14 de marzo y entró en virgo el domingo día 15.
En ese sentido, Granero cree que “hemos ganamos algo de tiempo, pero también sabemos que nos ha acompañado la suerte porque si el día de antes de cerrar hubiera entrado alguna persona infectada, todo habría sido diferente, aunque es cierto que Iniesta es un municipio con muy pocos casos. Aún así, creemos que el trato que se está dando a las residencias que sí tienen casos es injusto, es un virus invisible que una vez que entra no hay manera de frenarlo, pero todos estamos trabajando muy duro para combatirlo. Desde aquí, queremos mandar todo nuestro apoyo a las residencias”.
Entre las medidas de seguridad, la directora cuenta que desde esos primeros momentos los residentes están distribuidos en varias salas para que puedan guardar el metro de distancia entre sí, se les toma la temperatura dos veces al día y se lleva un registro de control, también se controlan la temperatura las trabajadoras, se desinfecta el centro dos veces al día con una máquina que adquirió la propia residencia, los proveedores no entran al centro y todos los materiales que llegan de fuera se desinfectan antes de entrar y las trabajadoras llevan siempre puesto los EPIS.
“Desde el primer momento, cuando algún residente ha tenido que ir a sus visitas concertadas del hospital, a su vuelta ha estado 15 días en cuarentena, por precaución”. Otra medida fue que las personas que tenían patologías previas, como dificultades respiratorias, han estado aisladas en habitaciones habilitadas con televisores, por su seguridad. “Además, antes comían 4 personas juntas en el comedor, ahora solo pueden sentarse dos personas a la mesa”. Entre otras muchas medidas.
LAS TRABAJADORAS, AISLADAS EN LA RESIDENCIA
Actualmente, 17 de sus 28 trabajadores se han confinado en la residencia con los usuarios. Miriam Granero ha asegurado que “la decisión del confinamiento vino motivada porque veíamos que, pese a que todas las residencias toman medidas de seguridad, en las últimas semanas estamos viendo como muchas de pueblos cercanos están confirmando casos y, pese a tener un protocolo estricto, las trabajadoras somos las únicas que podemos entrar el virus, por lo que vimos que era necesario llevar a cabo esta acción. Lo propusimos y de los 28 trabajadores que tenemos en el centro, 17 están confinadas, 4 son personal de cocina que entran y salen por otra zona, siempre con seguridad, y el resto no se han confinado por motivos personales, pero desde el primer día estuvieron trabajando igual que el resto”.
La directora confiesa que el hecho de entrar en aislamiento con los usuarios les generaba “miedo por si alguna trabajadora es asintomática. Por lo que hemos solicitado que nos realicen test y estamos a la espera de que nos los hagan, pero esta medida era muy necesaria tomarla cuanto antes y nosotras seguimos con todas las medidas de protección contempladas en el protocolo establecido”.
Granero ha explicado que han recibido mucha colaboración externa: “en primer lugar por parte del Ayuntamiento de Iniesta ya que el alcalde, José Luis Merino, está muy implicado y muy pendiente de todo lo que necesitamos, nos ha traído material y también mascarillas confeccionadas por voluntarias de Iniesta. También queremos dar las gracias a Muebles Martínez, que el mismo día que les llamamos nos trajeron colchones y somieres para las 17 trabajadoras, así como a Francisco Ruescas, quien también vino para ponernos el pladur. Además, también hemos tenido mucha colaboración de las mujeres de Villalpardo, que por mediación de su alcaldesa Pilar Martínez, nos han hecho llegar monos, batas, mascarillas… al igual que las mujeres de la asociación de voluntarias de Tarazona y de las de Villarta. Sin olvidarnos de los voluntarios de Minglanilla, que nos proporcionaron pantallas protectoras. Por todo ello, estamos muy agradecidas”.
Según cuenta Miriam, esta experiencia está resultando “un poco dura, por el hecho de tener que dejar a nuestras familias, pero a la vez está siendo muy bonita por el agradecimiento que estamos recibiendo de los usuarios, de sus familiares y también por el que nos llega a través de las redes sociales, donde hemos tenido una oleada de comentarios positivos” y añade que “estamos muy bien organizadas y nos estamos ayudando mucho las unas a las otras. Esta experiencia nos ha sacado nuestro lado más humano”.