Sin crisantemos, sin visitas y sin actos de recuerdo a los "grandes artistas" que yacen en el recinto, pervive el cementerio de San Isidro de Cuenca, en el que junto a cipreses, yuca y olivos están Fernando Zóbel, Luis Marco Pérez o Antonio Saura, "que hicieron tanto por Cuenca" y de los que ahora "nadie se acuerda".
En estos términos se lamenta el presidente de la Hermandad de San Isidro, Florián Belinchón, que custodia este camposanto del siglo XVIII, incluido en el Catálogo de Bienes Protegidos del Ayuntamiento de Cuenca, y en el que se ultiman unas obras de embellecimiento para uno de los lugares con las mejores vistas de la ciudad.
La eliminación de la valla de alambre galvanizado que cierra el recinto de la ermita-cementerio, y la construcción de un muro de mampostería de casi un metro de altura rematado por una reja de hierro, son las actuaciones que ejecuta estos días el Consorcio Ciudad de Cuenca.
Está previsto que terminen en unos quince días, y se sumarán a otras de los últimos años, como la recuperación de cubiertas de la ermita de este cementerio en el que están enterrados dos grandes artistas del siglo XX, como son Fernando Zóbel (Manila, 1924-Roma, 1984), impulsor del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y el pintor Antonio Saura (Huesca, 1930- Cuenca, 1998), bajo una lápida de mármol blanco.
También están enterrados en el camposanto el imaginero Luis Marco Pérez, una referencia en la Semana Santa de Cuenca, el poeta conquense Federico Muelas, Premio Nacional de Literatura en 1964, y los artistas Miguel Zapata, Bonifacio Alonso y Víctor de la Vega, entre otros.
"Una vez que fallecen, nos olvidamos de los que han hecho cosas por Cuenca", advierte Belinchón, quien desvela que la mayoría de los que descansan en la zona de "ilustres" están "abandonados", nadie les hace misas de recuerdo, les lleva flores o limpia sus tumbas.
Apunta Belinchón que al menos el instituto 'Fernando Zóbel' sí realiza cada año un pequeño acto de recuerdo al pintor filipino que da nombre al centro, pero lamenta que Luis Marco Pérez esté "abandonado".
"Solo hay dos hermandades que le realizan cada año una ofrenda floral", señala Belinchón, quien relata apenado que al escultor no van a verlo "ni sus familiares".
Este cementerio "único", situado en lo alto de la Hoz del río Júcar, también tiene hueco en sus alrededor de 1.000 metros cuadrados para artistas e "ilustres", sino que hay 300 nichos para los hermanos de San Isidro y para los canónigos de la Catedral de Cuenca.
Fuentes del templo catedralicio han explicado que son alrededor de 150 canónigos, entre ellos Domingo Muelas, Julián Pardo o Santiago Salcedo, el último enterrado, a finales de 2019.
También estuvo enterrado allí el sacerdote Fernando Español, profesor del Seminario, asesinado en la Guerra Civil, al igual que el obispo Cruz Laplana.
Ambos fueron beatificados y sus restos mortales descansan en la Catedral de Cuenca (el segundo siempre en el mismo lugar).
Además, se encuentran en este cementerio las momias encontradas en la iglesia de la Santa Cruz.
El camposanto se construyó en un cerro situado muy cerca del barrio del Castillo, a su vez próximo al casco histórico de Cuenca, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.