En política, como en el deporte, saber encajar las derrotas también es vencer, y se aprende más de los fracasos que del triunfo. Algunos parece que no conocían nada de esto porque probablemente nunca pensaron en el camino de rosas de su ascensión que, como decía Borges, el éxito y el fracaso son dos impostores. En la izquierda aprendimos hace tiempo que el mayor de los éxitos no es no fracasar nunca, sino levantarnos cada vez que caemos. No me juzgues por mis éxitos, júzgame por las veces que caí y volví a levantarme (Mandela).
A quienes el espejismo del éxito les ha cegado, acaban convirtiéndose en malos perdedores y su resistencia a encajar la derrota puede llevarles incluso a perder también su dignidad, políticamente hablando.
Lo acontecido desde las pasadas elecciones municipales en cuanto a las reacciones que han tenido los líderes municipales del Partido Socialista hasta la constitución del nuevo gobierno municipal, se ha convertido en toda una muestra y repertorio de desaires sinsentido, propios de malos perdedores, citemos algunos:
La lista podría seguir con algunas otras que, por respeto personal no mencionaré, dado que el grado de ridículo, soberbia, chulería y prepotencia con el que se con el que se desarrollaron, me obligaría a emplear algunos calificativos inapropiados para hacer entender mejor al lector la escena. Dejémoslo así, con los anteriores ejemplos ya es suficiente.
En fin, esperemos que el tiempo y las fiestas de verano ayuden a quien ha sido gobierno a encajar su nueva situación. Unos días de desconexión y disfrute pueden servir para la meditación, la relajación y que las aguas vuelvan a su cauce, porque hace falta para que la nueva corporación impulse el futuro del municipio y no absurdas propuestas o críticas sin sentido para chinchar a los adversarios políticos. Es lo que los vecinos esperamos de los 13 concejales de nuestro ayuntamiento.
José Vicente Mota de la Fuente