Las provincias de Teruel, Cuenca y Soria perderán conjuntamente casi 60.000 habitantes durante los próximos años, si se mantiene la tendencia actual derivada del problema de la despoblación. Además, se incrementarán sus ya altos niveles de envejecimiento con un porcentaje de mayores de 65 años que rondará el 30%. Estas son algunas de las conclusiones que se pueden obtener de los datos de población que elabora el Instituto Nacional de Estadística.
Por este motivo, el Centro de Estudios sobre Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales presenta un informe donde se explican de forma sintética las causas y el desarrollo del fenómeno de la despoblación, una valoración de las políticas llevadas a cabo hasta ahora y su resultado, así como se plantea un enfoque alternativo: la definición de políticas europeas específicas para abordar esta problemática de importancia creciente y que cuenta desde hace tiempo con casos particularmente graves, como los de las provincias de Teruel, Cuenca y Soria, con una densidad de población inferior a 10 habitantes por kilómetro cuadrado. El informe ha sido elaborado por los profesores de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Zaragoza, Vicente Pinilla y Luis Antonio Sáez.
El problema de la despoblación
La primera parte del informe hace un recorrido por las circunstancias que llevan a la despoblación de los territorios, como los factores económicos o las altas tasas migratorias a los núcleos urbanos en expansión (éxodo rural), con una caída de la población rural del 40% en la segunda mitad del siglo XX (en el interior del país hasta del 50%).
Este éxodo rural se manifiesta en gente joven y adulta, especialmente en edades reproductivas. Es por eso que las consecuencias de la despoblación son rotundas: el medio rural alcanzó un alto grado de envejecimiento, con una baja natalidad que trajo como consecuencia una segunda vía de despoblación: el exceso de defunciones sobre nacimientos.
Las provincias de Cuenca, Soria y Teruel son las tres más afectadas de España por el fenómeno de la despoblación. En el estudio se afirma que entre 1950 y 2000, Cuenca ha perdido aproximadamente un tercio de su población, y Soria y Teruel más del 40%.
Además, el incremento demográfico entre 2000 y 2015 ha sido muy leve: casi nulo en Soria y de menos del 2% en Cuenca y Teruel, cuando en España la población ha crecido en esos años un 15%.
Políticas frente a la despoblación
La segunda parte del informe hace una retrospección sobre las políticas que trajo la democracia descentralizada que, según sus autores, no ha cumplido con su función inicial de promover el equilibrio territorial.
Desde los años 80 se ha primado lo político frente a lo territorial, y no se ha logrado consolidar un sistema eficaz y estable para la solución de los problemas territoriales en España.
La inexistencia de políticas específicas en España sobre Áreas Escasamente Pobladas (SPA)
En el estudio se llega a la conclusión de que la política regional, la que debería atender a los problemas concretos del territorio y sus gentes, ha sido inexistente. Sí que se ha desarrollado una política pública importante con distribución territorial de fondos a niveles regionales y locales de la administración, pero no han servido para afrontar los problemas de la despoblación, sino más bien han atendido a criterios de eficiencia.
Dos comunidades autónomas, Aragón y Castilla León, han tenido Planes específicos contra la despoblación, pero sólo algunas medidas aisladas se desarrollarían y siempre al margen de un planteamiento estratégico. En el informe se concluye que estos planes cuentan con muchas dificultades para ser eficaces: requieren políticas cuyos resultados se obtienen más a largo plazo y necesitan de colaboraciones comprometidas entre instituciones y agentes tanto públicos como privados.
Europa como referente de una nueva política frente a la despoblación
Después de todo lo anteriormente analizado, los autores plantean un enfoque alternativo para abordar la problemática de la despoblación. Se exige una respuesta urgente e importante, reflexiva, imaginativa e innovadora, por la complejidad del asunto.
Estamos ante un problema que se manifiesta en muchas otras zonas de la Unión Europea y es por eso que la despoblación encaja plenamente como reto de una política de cohesión europea inteligente, sostenible e inclusiva. Si se desarrollan políticas enfocadas a la lucha contra la despoblación desde Bruselas, pueden servir para contrastar diagnósticos, respuestas y fomentar un aprendizaje en red que inspire actuaciones compartidas, innovadoras y contextualizadas sobre el territorio.
Además, añaden, son laboratorios excepcionales en los que experimentar políticas novedosas frente a los retos que encara Europa (cambio climático, energía, demografía, globalización).
Debe servir como ejemplo la experiencia de regiones como las Highlands and Islands de Escocia, o las zonas escasamente pobladas de Suecia, Finlandia y Noruega que han sido capaces de revertir el proceso de declive económico y demográfico.
Los autores concluyen que Europa puede encontrar un ámbito, el de la despoblación, en el que asumir el liderazgo para recuperar su prestigio entre la ciudadanía.