El retablo de San Antonio de Padua ya luce con todo su esplendor en la cabecera de la nave lateral, la del Evangelio, de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción del municipio de Zafra de Záncara. Y qué mejor momento para su inauguración oficial, tras su restauración por parte de la Diputación de Cuenca, que en plenas Fiestas Patronales de la Virgen del Rosario, con un acto este lunes por la mañana, al que no ha faltado el presidente de la institución provincial, Benjamín Prieto, y numerosos zafreños que han querido estar presentes en este momento tan especial para el pueblo.
Y, precisamente, a ellos, al pueblo de Zafra, se ha referido Prieto durante su intervención, destacando su esfuerzo por conservar en el tiempo esta joya del siglo XVII, que ha permitido a la Diputación, a través del Centro de Conservación y Restauración, acometer su recuperación y devolverle su esplendor de antaño para el disfrute de los presentes y generaciones venideras.
Una restauración, a su juicio, que, como tantas otras ejecutadas por la Diputación, permite poner en valor el patrimonio de nuestros pueblos, que ocupa un lugar esencial entre los ciudadanos no solo por su valor artístico e histórico, sino también por su valor sentimental.
No es de extrañar, por lo tanto, que el primer edil, Antonio García Bermejo, no haya dudado en mostrar públicamente su satisfacción por esta intervención, a la vez que ha expresado al presidente de la Diputación su agradecimiento y el de todos los vecinos de Zafra de Záncara.
Restauración
Los zafreños han podido conocer, de mano de los propios restauradores, los pormenores de esta intervención, que se ha prolongado desde el pasado mes de junio y ha supuesto una inversión de la Diputación de casi 16.000 euros. Cuatro meses de intensas labores de recuperación ante el avanzado estado de deterioro de este retablo de estilo barroco clasicista elaborado en madera de pino, dorado y policromado, al que se le añadió un sagrario a finales del siglo XVIII.
En concreto, se ha llevado a cabo el desmontaje del retablo y la realización de un nuevo banco de obra, el sentado del dorado y la policromía, la desinsectación de la madera con un tratamiento anticarcoma, el refuerzo de la estructura del retablo mediante un bastidor de madera, la limpieza de la suciedad, la eliminación de restos de cera, barnices envejecidos y repintes de purpurina muy abundantes en la mazonería, la reintegración volumétrica de molduras, el relleno de grietas, el estucado y reintegración de grandes pérdidas de dorado y policromía, el barnizado del conjunto y el montaje del retablo en la nave lateral de la iglesia dejando una cámara de ventilación y protegiendo con neopreno las zonas en contacto con el banco o el suelo.
Exhausticos trabajos a los que hay que añadir la correspondiente documentación de la obra, estudios previos fotográficos, análisis químicos y pruebas de rayos X a la escultura central de San Antonio de Padua.
La obra
Se trata de un pequeño retablo (5,5 x 2,5 m.) del siglo XVII, con añadidos del siglo XVIII, que aloja en la hornacina central la bellísima imagen titular de San Antonio de Padua, de la que cabe destacar la curva praxiteliana de la línea del cuerpo, la suavidad de sus facciones y la tierna mirada entre el Santo y el Niño.
El resto del retablo está compuesto por dos calles que albergan cada una seis tablas pictóricas dedicadas a distintos santos, a Nuestra Señora de la Cabeza y a la Inmaculada Concepción; esta última en la tabla superior situada en el ático del retablo. Aunque dichas tablas son de factura popular, no están exentas de encanto, llamando la atención, tras la restauración, su vivaz colorido.