Los vecinos de Palomares de Campo ya disfrutan del cuadro de la Adoración de los Reyes Magos totalmente restaurado. La Diputación Provincial de Cuenca se ha encargado de que esta obra del siglo XVII, que se encontraba en la iglesia parroquial de esta localidad conquense, haya regresado al templo con su esplendor de antaño después de cuatro meses de trabajos de restauración supervisados y coordinados por el Centro de Conservación y Restauración de la Diputación.
No es de extrañar, por lo tanto, que el presidente de la institución provincial, Benjamín Prieto, acompañado del diputado de Cultura, Francisco Javier Doménech, haya querido estar presente en el acto de entrega, que ha tenido lugar este miércoles en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción con la asistencia de decenas de vecinos de la localidad, con su alcaldesa, María Dolores Pérez, y su párroco, Ignacio Moreno, a la cabeza.
Un acto en el que Prieto ha querido llamar la atención sobre la constante y destacada labor de recuperación del patrimonio que viene llevando a cabo la Diputación en los últimos años, siendo éste, el de Palomares del Campo, uno de los muchos ejemplos. Una restauración con la que, según ha dicho, se busca preservar el legado histórico de nuestros pueblos, además de su puesta en valor como un elemento fundamental para dinamizar el turismo en la provincia y provocar un efecto multiplicador en el desarrollo de la economía provincial.
Esta intervención, por cierto, ha tenido una más que excelente acogida entre los vecinos del municipio conquense, que no han dudado en mostrar su satisfacción por esta actuación de la Diputación, al igual que han hecho tanto la alcaldesa como el párroco del municipio, que han querido destacar la especial sensibilidad del actual equipo de Gobierno por la preservación del patrimonio histórico.
Han sido necesarios cuatro meses de trabajos para que esta pintura al óleo del siglo XVII (1656, según anotación al reverso) y con unas dimensiones de 240x210 cm. haya regresado a la Capilla de los Alarcón totalmente restaurada.
Y es que presentaba un deterioro, propio del paso del tiempo y la pérdida de tensión, además de quemaduras en el borde derecho, el oscurecimiento del barniz original y, sobre todo, el deterioro del marco dorado incorporado en el siglo XVIII. No en vano, las piezas que componían dicho marco se habían fragmentado debido a sus grandes dimensiones y algunas de ellas se habían deformado.
Restauración
La recuperación ha sido ejecutada por la restauradora María Jaime Balduque, bajo la supervisión del Centro de Conservación y Restauración y financiada por la Diputación Provincial, que se ha hecho cargo de los casi 5.500 euros de coste.
La restauración comenzaba con la limpieza de la tela por el reverso y la fijación de las escamas de película pictórica en el anverso con el fin de evitar su desprendimiento. Los desgarros de la tela se soldaron con hilos de lino y un adhesivo termoplástico y en la quemadura, se realizó un injerto con nueva tela.
El lienzo se volvió a tensar en un bastidor nuevo mediante el adhesión de bandas perimetrales, ya que el antiguo no reunía las características apropiadas.
Del mismo modo, la eliminación del barniz oxidado y la suciedad superficial han permitido recuperar los colores originales. En las escasas pérdidas de color, se ha estucado de nuevo la laguna y se ha reintegrado con acuarela, recomponiendo la escena pero con una técnica diferenciadora para distinguir el original de la restauración.
En el marco, el tratamiento del dorado ha sido similar en la limpieza y la reintegración pero antes ha sido necesario reparar el soporte madera que se encontraba muy fragmentado y debilitado. Para ello, se han revisado los ensamblajes y uniones y dada la fragilidad de las rocallas, se ha optado por la incorporación de travesaños de refuerzo en la trasera y un nuevo sistema de montaje.
La intervención ha sido llevada a cabo por la restauradora María Jaime Balduque bajo la supervisión del Centro de Conservación y Restauración de la Diputación Provincial de Cuenca, con un coste de 5.408,70 a cargo de la Administración.
El cuadro
Este óleo sobre lienzo nos muestra una de las representaciones más difundidas en la iconografía cristiana sobre la infancia de Cristo: la adoración de los tres reyes venidos de Oriente.
La composición típicamente barroca en aspa, lo que otorga cierta sensación de movimiento a la escena, la riqueza tanto de los textiles como de la orfebrería, además de algunos tipos humanos, recuerdan a las obras del mismo tema del pintor flamenco Pedro Pablo Rubens (1577-1640), que fueron ampliamente difundidas mediante grabados.
Uno de sus seguidores, Gerard Seghers, realizó una Epifanía en 1630 que se conserva en la iglesia de Nuestra Señora de Brujas y que guarda gran similitud en la opulencia rubensiana, en las figuras del rey Gaspar y su paje, el rey Baltasar; en los personajes que, a modo de espectadores contemplan la escena; la presencia de la copa con forma de nautilus y la situación de los jinetes.
Según la historiadora del arte que ha colaborado en el estudio y la restauración de la obra, el cuadro podría haber pertenecido a la colección del primer marqués de Leganés, D. Diego Messía (1580-1655), primo carnal del conde-duque de Olivares, a quien el rey Felipe IV había concedido la villa de Palomares del Campo (Cuenca) en 1654.
Gran amante del arte y coleccionista de obras artísticas, astronómicas y matemáticas, D. Diego había conocido a Rubens durante su juventud en Flandes y poseía algunas obras de este pintor, regalando incluso un cuadro de la Inmaculada Concepción al propio rey.
Por las similitudes entre el cuadro de Palomares del Campo y el de la ciudad holandesa de Brujas, es posible que en 1656, el heredero del marqués Gaspar Felípez Messía, cediera a la población de Palomares del Campo para congraciarse con ellos, una copia de gran calidad inspirada en la obra de Seghers, conocedor de la influencia del arte como muestra del poder y la autoridad. En la composición de la obra, destacaría la presencia del rey mago Gaspar, santo epónimo del II marqués de Leganés.