Desde Comando Violeta, colectivo feminista en Cuenca, volvemos a analizar los datos del paro de 2015 en la provincia de Cuenca, volviendo a aumentar la diferencia entre las mujeres paradas y los hombres.
Como analiza el gráfico actualizado a 2015 la media de mujeres (9.699) en paro es 1.800 más que en el dato de los hombres (7.899) en la provincia. Creciendo la comparativa desde 2014 que era de 1044 en 756 mujeres de media más el año pasado.
Además, de la diferencia de tasa de empleo, los que nos corresponden son más precarios que los de los hombres. La temporalidad, la brecha salarial, menores salarios y cotizaciones, y a la vez seguimos siendo obligadas al cuidado y mantenimiento del hogar y sostenimiento de la vida familiar constante y diario. Cuidados que invisibilizados y desvalorizados a pesar de ser imprescindibles para el sostenimiento del sistema. Y el que se nos dificulta sin una corresponsabilidad poniendo trabas a una conciliación real.
Es evidente que la subida desmesurada de los índices de desempleo han sido una consecuencia directa de la crisis capitalista y su gestión en el Estado español, pero el mercado laboral previo a 2008 no significaba un terreno idílico para nosotras. El trabajo a tiempo parcial, que hoy tiende a convertirse en una modalidad normalizada para diferentes sectores de la población, en especial para la juventud, suponía antes una imposición casi exclusiva para las mujeres, que ya lo desarrollábamos en un 80% en 2006.
Entre las características que hacían (y continúan haciendo) de nuestros empleos los peores, se destaca la ocupación en sectores con menores salarios y sin complementos salariales que aumenten la retribución. Las ocupaciones reservadas a las mujeres en un mismo sector o empresa han sido siempre de igual modo las de menor responsabilidad desde nuestra incorporación al mundo del trabajo.
Además, nuestras tasas de actividad más altas han estado ligadas, tanto hoy como en tiempos de mayor crecimiento económico, a sectores precarios, inestables y con bajos índices de sindicalización. Si sumamos todos estos factores a la realidad del empleo del hogar y la alta desprotección a la que está sometido, se hacen evidentes las características de desventaja del trabajo que hemos desarrollado las mujeres tanto antes de la crisis como en la actualidad.
Es de suma importancia el conocimiento de esta realidad previa para comprender la manera en que han afectado el deterioro de las condiciones laborales y el empobrecimiento de la clase trabajadora a las mujeres, cuyo empleo contaba con unas características que estaban muy lejos de ser las deseadas.
Si bien es cierto que los últimos años, tras las brutales consecuencias de las reformas laborales y las nefastas políticas de empleo de los dos gobiernos del régimen ha empeorado esta situación. Para las mujeres el mercado laboral ya era nuestra crisis permanente, por eso un año más no tenemos nada que celebrar, y sí muchas cosas para reivindicar.
Comando Violeta Cuenca