El autor del primer estudio científico sobre las Casas Colgadas de Cuenca, Pedro Miguel Ibáñez, incide en la "contradicción" que se da entre unos edificios sencillos, nacidos en el siglo XV con una arquitectura "doméstica", y que han alcanzado "una imagen universal como icono urbano" y museístico de Cuenca.
En una entrevista con la Agencia Efe, este profesor de la Facultad de Humanidades de Cuenca (Universidad de Castilla-La Mancha) profundiza en las singularidades y la historia de 'las Colgadas' desde sus primeros rastros documentales, a mediados del XV, hasta el año 1966, cuando se inaugura el Museo de Arte Abstracto Español que, precisamente, este 2016 cumple cincuenta años.
Ibáñez destaca "esa especie de contradicción entre unos edificios en principio de arquitectura doméstica, sencillos, que, sin embargo, han alcanzado una imagen universal como icono urbano de Cuenca, y que luego se vincularon al Museo de Arte Abstracto Español que, a su vez, se convirtió en un emblema de completa modernidad".
Y agrega que es "curioso" que esta singularidad y la difusión internacional de las Casas Colgadas no se haya acompañado, hasta ahora, de un estudio "de cierto rigor, en profundidad", que es lo que él ha hecho en el libro 'Las Casas colgadas y el Museo de Arte Abstracto Español', que presenta mañana en Cuenca.
Ibáñez plantea una "visión interdisciplinar" de las Casas Colgadas, con especial énfasis en su desarrollo histórico y, en este sentido, subraya como "particularidad" que se conocen todos los propietarios que vivieron ellas desde que en 1481 fueron adquiridas por el canónigo de la Catedral Gonzalo González de Cañamares hasta que pasaron al Ayuntamiento ya en el siglo XX.
González de Cañamares vinculó 'las Colgadas' a una capilla de la Catedral, de modo que todos los patronos de esa capilla eran los propietarios de las Casas Colgadas y vivían en ellas.
"Es un hecho único", recalca el autor, que se conozcan los nombres de todos los dueños de las Casas Colgadas durante cuatro siglos y medio, de generación en generación.
En sus orígenes, la tipología arquitectónica de las Casas Colgadas no era única, sino que en Cuenca había edificios similares asomados tanto a la Hoz del Júcar como a la Hoz del Huécar, pero o han desaparecido o si queda alguno está "en una ruta más escondida".
El profesor Ibáñez explica que las transformaciones del edificio a través de su historia lo hacen "muy interesante", por ejemplo, su artesonado del primer tercio del XVI, los murales de carácter popular pero "interesantísimos" en una habitación, y las tan conocidas balconadas de madera que proyectó el arquitecto Fernando Alcántara en 1928.
Otro de los aspectos llamativos de la investigación histórica es la utilización como cárcel de la Inquisición de uno de sus torreones y el proceso incoado, en los años 1547 y 1548, en el que participaron varios moradores de las Casas Colgadas.
Pedro Miguel Ibáñez hace especial hincapié en la influencia que 'las Colgadas' tuvieron en artistas como Sorolla y Rusiñol, ya que "no solo pintan la ciudad de Cuenca sino, en concreto, las Casas Colgadas".
"Es muy interesante ver cómo las Casas Colgadas pasan de no existir, de estar como en el limbo", explica, a un interés por ellas que nace a finales del XIX y en el que los artistas fueron "fundamentales", agrega este profesor de Historia del Arte.
Ya en el siglo XX sobresale la rehabilitación a comienzos de los años sesenta, por parte del arquitecto Francisco León Meler y la instalación del mesón restaurante y, muy en particular, del Museo de Arte Abstracto Español "que se convirtió de inmediato en una institución museística de renombre internacional".
El profesor Ibáñez, que admite haber dedicado "muchísimo" tiempo a su investigación, porque era "complicada", defiende que de cara al futuro hay que conservar las Casas Colgadas tal y como hoy se conservan.
"Creo que la imagen de 'las Colgadas' ya no debería cambiar. Ha cambiado bastante, y en el libro se va viendo como se produce esa transformación, pero creo que ya debería quedarse en el estado en que se encuentran, con sus distintos añadidos y reformas", subraya.
El libro de Pedro Miguel Ibáñez, de 400 páginas, ha sido editado por la Universidad de Castilla-La Mancha y el Consorcio de la ciudad de Cuenca.
Lidia Yanel