Sí, para el retrete. Y es que el pasado 19 de noviembre se celebró su Día Mundial. El objetivo de tan magna celebración, en palabras del Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, «la obligación moral de acabar con la defecación al aire libre». Quizá les pueda parecer falto de pudor hablar de tan añoso invento, pero pocas cosas nos asemejan tanto a todos. En cualquier caso, yo me acojo a la conocida sentencia de Terencio, según la cual «Homo sum, humani nihil a me alienum puto (Hombre soy; nada humano me es ajeno), pronunciada por uno de los protagonistas de su comedia Heauton Timoroumenos (165 a.C.), para justificar una intromisión.
La primera referencia de este afamado vocablo en un texto escrito en nuestra lengua data de 1440 y pertenece a Juan Rodríguez del Padrón (1390-1450). En su obra Siervo libre de amor, escrita en tres partes y con reminiscencias, según algunos especialistas, de las Heroidas de Ovidio (que el propio Juan Rodríguez tradujo con el título de Bursario), se nos dice: «Entendidos los trágicos metros e las tales figuras presentadas a la memoria en rrefrescor de lo passado, no pudieron sofrir de no essecutar el acallantado llanto que todos días, en fyn de la contemplaçión, avían por acostumbrado rreposo, e no passaron luengos tiempos después de su venida qu'el antigo Lamidoras no fue rreuocado de la vmana vida y sepultado honoríficamente al retrete del primer aloje, por mandado de la sennora ynfante,…» (Parte segunda, Ardanlier y Lyesa, falleçidos por bien amar).
Tal vez les haya sorprendido que el sentido de la palabra retrete que aparece en este texto no se corresponda con el que ustedes conocen sobradamente. Aunque seguramente sean capaces de recordar diversos sinónimos –unos más refinados, como «excusado», «inodoro» o «mingitorio»; otros más usuales, como «lavabo», «baño», «aseo», «servicio», «váter» o «sanitario»; otros casi en desuso, como «evacuatorio», «común», «letrina», «urinario» o «tocador»; y otros acaso más vulgares, como «tigre», «taza», «garita» o «cagadero»– ninguno de ellos significa otra cosa que «aposento dotado de las instalaciones necesarias para orinar y evacuar el vientre» (RAE). El motivo es que hasta la edición de 1832 del diccionario de la Real Academia, retrete se definía como: «Cuarto pequeño en la casa o habitación, destinado para retirarse. Cubiculum secretum». A partir de dicha edición, se incorpora una segunda acepción que ya se corresponde más con el significado que hoy solemos atribuirle a la palabra: «El cuarto retirado donde se tienen los vasos para exonerar el vientre y satisfacer otras necesidades semejantes. Excretoriis vasis secessus».
Tomaré los dos sentidos de retrete, uno diríase más discreto y el otro más escatológico –si bien ambos tendentes a la asepsia– para referirme al lugar donde confinaría o evacuaría, según conviniera, a los estultos e inmundicias que infectan nuestro panorama político. Así pues, al retrete de noviembre debería ir, por ejemplo, el petulante Artur Mas y toda la férula del secesionismo catalán, por pergeñar el vergonzante sainete del 9N, a todas luces ilegal. Asimismo, deberían ir los boyeros, los chalanes y el ganado lanar de la desventurada Cataluña nacionalista. Entre los primeros encontraríamos a los miembros de la comisión de Presidencia y Régimen Interior del Ayuntamiento de Barcelona, quienes instaron al Ayuntamiento de Madrid a retirar la estatua que homenajea al insigne almirante Blas de Lezo en la madrileña Plaza de Colón, alegando que participó en el asedio a Barcelona durante la Guerra de Sucesión. Entre los chalanes al uso hallaríamos a la Decana de Económicas de la Universidad de Barcelona, Elisenda Paluzie, quien exhortó con vehemencia a la Generalidad a declarar unilateralmente la independencia, empleando la policía autonómica para «tomar el control» de las instituciones (Justicia, Seguridad Social y Administración tributaria), así como de los puertos, aeropuertos, ferrocarriles y centrales nucleares. ¡Ay si el Mediohombre reviviera! Según nos contaban en Crónica Global: «También se muestra partidaria de dejar claro a ciudadanos y empresas que, llegado el momento, habrá "sanciones" a los que no paguen sus impuestos al "nuevo Estado", "dado que la nueva autoridad en el territorio ha cambiado"». Finalmente, entre los terceros, confundida en medio de un ganado lanar, siempre ignorante, crédulo y mansurrón, tropezaríamos con la atleta catalana Núria Picas. Tras proclamarse campeona del Ultra Trail World Tour, celebrado en París, este sano y lustroso ejemplar declaró que escuchar el himno de España en la ceremonia de premiación le había causado «una sorpresa bastante desagradable», que la dejó «en estado de shock». Pásmense con esta nulidad intelectual. Añadió que «cuando tocaron el himno me dejaron en fuera de juego», muy preocupada porque «esta vez había muchas personas, estaba mi madre y TV3, y de repente me dan el premio y me ponen ese himno, y no una estrofa, no, completo». Y culmina la gansada opinando sobre los organizadores: «no lo hicieron con mala intención».
Seguro que en el «cuarto pequeño» para retirarse, o en el «vaso para exonerar el vientre», hay aún espacio, de modo que continuaré enviando allí más residuos. El aquilatado de la probidad y rectitud de los alfeñiques del politburó de Podemos, verbigracia para la manida casta, parece que no arroja el resultado deseado. Uno de sus capitostes, Iñigo Errejón, podría haber vulnerado la Ley de Incompatibilidades e incumplido sus obligaciones laborales al participar en un proyecto de investigación para la Universidad de Málaga. Recibió (quizá a dedo) una suculenta beca de 1.825 euros mensuales y firmó un contrato que estipulaba que debía estar 40 horas semanales trabajando en la Universidad. Tal vez tenga el don de la ubicuidad… Por otra parte, parece que las cuentas de Producciones CMI (Con Mano Izquierda), la productora del programa La Tuerka de Pablo Iglesias, tampoco revisten la transparencia tantas veces exigida por los propios populistas. Y su reacción, sostener que padecen una atroz «campaña de infamias» orquestada por los que quieren contener y aherrojar a «los mensajeros de la voluntad del cambio». Mi réplica, para no extenderme, Aristóteles: «las democracias principalmente cambian debido a la falta de escrúpulos de los demagogos; en efecto, en privado, delatando a los dueños de las fortunas, favorecen su unión (pues el miedo común pone de acuerdo hasta a los más enemigos) y en público, arrastrando a la masa. [...] Antiguamente, cuando se convertía la misma persona en demagogo y estratega, orientaban el cambio hacia la tiranía; pues, en general, la mayoría de los antiguos tiranos han surgido de demagogos» (Aristóteles, Política, 1304b-1305a). Acabaré llenando el retrete con el candidato del PSC a la alcaldía de Barcelona, Jaume Collboni, quien propuso que, previa reforma federalista de nuestra Constitución, se reconozca la «cocapitalidad» de la Ciudad Condal. Esta propuesta viene a sumarse a los dislates habituales del dandi de la rosa, Pedro Sánchez, cuya ignorancia ya raya en lo bufonesco, en lo chocarrero.
En fin, ya sea por unos o por otros, no se extrañen si el «tigre» está siempre ocupado.
Francisco Javier Fernández Curtiella.