Poco pan y mucho circo

Ohanagogía

Redacción | Lunes 15 de octubre de 2012

La familia es importante, sin duda. Para muchos es el valor principal que todos debemos velar y proteger. Pero: ¿hasta dónde llega su definición?

El concepto de familia, por mucho que algunos se empeñen, ya no tiene por qué responder a la fórmula: papá + mamá = hijos. Es más, ni siquiera tiene por qué estar limitado por vínculos de sangre. La divertida serie “Modern Family” es un claro ejemplo sobre la evolución del concepto de familia tradicional y la necesidad de expandirlo y aceptar su afortunada adaptación.



 

En las remotas islas hawaianas tienen una palabra para identificar esta idea: Ohana. Para ellos, Ohana significa familia, pero no en el sentido occidental que solemos darle. Los que hayan visto la película de Disney “Lilo y Stitch” sabrán de lo que estoy hablando. Todo hasta el punto de que, para los hawaianos, cualquier persona nacida de la misma generación ha de considerarse hermana y, en sentido, todos los habitantes de una misma isla son considerados como una gran ohana. El típico collar de flores hawaiano (lei) es una de las maneras que tienen para ritualizar este razonamiento y darte a entender que, al recibirlo, te aprecian hasta el punto de poder entrar en su ohana.

En nuestro país quizá deberíamos poner en práctica una cierta “ohanagogía” y entender que, lejos de nacionalismos y políticas, todos somos parte del mismo colectivo. La Humanidad, con mayúscula, no es sino la definitiva y utópica esencia de ohana. Ya expuse esta idea en un artículo anterior y recibí un comentario sobre la imposibilidad de existencia de distintos grados de patriotismo así como la necesidad de deshacerse de todos aquellos que no acepten a España tal y como es. Siento disentir. España no es una, grande y libre, sino varias, ilimitadas y fraternales y su futuro depende de nosotros y no sólo de sus concepciones pasadas. Ser español no es una etiqueta de quita y pon, sino un sentimiento que debería unirnos y facilitarnos el entendimiento que va más allá de nuestras pretensiones políticas. Me alejo tanto de los que defienden España hasta las últimas de sus consecuencias como de aquellos que creen que España sólo es un lastre. De nuevo, en el punto medio encontramos la virtud y no la mediocridad, más propia de los postulados extremistas expuestos.

En este sentido, lamento profundamente las recientes declaraciones del señor Wert en lo que se refiere a españolizar a los niños catalanes, aunque podría llegar a compartirlas si se hubiera referido a la necesidad de “ohanaizar” al pueblo español, en cuanto a unión y cohesión. Pero, sinceramente, no creo que así fuera; sus comentarios apuntan hacia la oportunidad de fagocitar al pueblo catalán y no hacia la simbiosis que debería existir. Parece que nuestro ministro se está habituando demasiado a los titulares de primera línea. Teniendo en cuenta su cartera debería pensar más lo que dice y no ser tan vehemente; con sus polémicas palabras no hace otra cosa que sembrar cizaña, algo muy poco educativo y edificante, incluso cuando se dice con la media sonrisa sardónica de la que suele hacer gala. Por mi ideología política no suelo coincidir demasiado con las palabras de la “Ohana Real”, verdadero club selecto y restringido, pero, en este caso, creo que el Rey ha estado a la altura al recriminar su actitud.

En tiempos de crisis la familia ha sido y es el único sustento de muchas personas para no tocar fondo. Sin ellos, la caída más absoluta habría sido inevitable. Deberíamos pensar en aquellos que no tienen esa suerte y relativizar el concepto de familia hasta convertirlo en una verdadera OHANA.

 

 

José Luis González Geraldo
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