Opinión

Hospital

Redacción | Lunes 28 de mayo de 2012

Era el año 2003, es cuando decidí incorporarme a Independientes por Cuenca. Acababan de perder las elecciones, o de no ganarlas como esperaban, con ese Concejal que hubiera significado la llave de la Alcaldía de Cuenca, y que se esfumó en la noche electoral por un puñado de votos.

Contacté con ellos a través de correo electrónico, y Antonio Melero me abrió las puertas de un proyecto en el que un puñado de buenos conquenses habían puesto tanta ilusión y empeño como merecen las causas justas. Antonio es una persona muy especial, y por él me embarqué en una aventura que cambió mi vida. Con el tiempo descubrí que, alrededor de Antonio, había otras personas especiales, y por eso me quedé.



El tiempo se encargó de demostrar que no todos en Independientes veíamos las cosas de la misma manera, nada nuevo por otra parte, pero en algo estábamos todos unidos, no pensábamos que Cuenca fuera más que nadie, pero nos indignaba que se pensara o actuara haciéndola de menos.

“Solo las personas que esperan lo inesperado pueden verlo cuando ocurre”.

Sin complejo alguno, en ese año 2003 escribimos una carta al entonces presidente Bono exigiendo justicia para Cuenca, y un trato en pie de igualdad con el resto de provincias de la región. En esa carta pedíamos por primera vez un nuevo hospital para Cuenca, una reivindicación tan utópica como quimérica en ese momento.

En todos estos años he escuchado con frecuencia argumentos en contra de la viabilidad de este proyecto. Sigo pensando como el primer día, que Cuenca merece un trato equitativo, en esta como en otras cuestiones.

Antonio me dijo que recopilara la información sobre los proyectos hospitalarios en otras provincias de la región, y es de ese trabajo que salió la cifra de 1.000 millones de euros en proyectos hospitalarios del Sescam, una cifra redonda porque es aproximada, pero que enmarca con rotundidad la legitima aspiración a una inversión hospitalaria equivalente en nuestra provincia.

400 millones de euros para el hospital de Toledo, 70 para la ampliación del de Talavera de la Reina, 150 millones para el de Ciudad Real, 15 millones para el de Puertollano, 25 para Valdepeñas, 80 millones para la ampliación de Guadalajara, 20 para ampliar el hospital de Hellín y 60 millones para los nuevos de Almansa y Villarrobledo, 30 para el de Tomelloso, decenas de millones en equipamiento sanitario y de alta tecnología. Grandes hospitales de referencia regional en Toledo, Albacete y Ciudad Real, provincias con múltiples centros hospitalarios, hospitales universitarios en todas las provincias.

En una moción del año 2005 exigíamos un proyecto ambicioso de nuevo hospital, el que Cuenca merecía, el que estuviera a la altura, no de lo que Cuenca es, sino de lo que debe ser. Un nuevo hospital era y es una condición necesaria para una Cuenca con futuro.

Como buenos españoles, no somos en Cuenca proclives a la unidad, pero entiendo que el proyecto de nuevo hospital debe ser el punto de encuentro en el que esta tierra se reconozca una vez más en la fuerza del empeño colectivo que suma en un propósito común.

Lo que entonces era una utopía es hoy, casi diez años después, una realidad, porque se ha aprobado un ambicioso proyecto, y se han cedido y urbanizado los terrenos para su construcción. Un proyecto con el que se han comprometido, tanto el gobierno anterior como el actual.

Una ampliación en los plazos de ejecución, y una revisión del proyecto para ajustar costes, tanto de construcción como operativos una vez entre en funcionamiento, debe garantizar este proyecto irrenunciable para Cuenca.
Un nuevo hospital para el siglo XXI orientado al paciente, con habitaciones individuales y máxima capacidad asistencial, que facilite el desempeño de la labor de los profesionales, favoreciendo la integración funcional, la gestión clínica y la continuidad de cuidados,

Un proyecto que permita la incorporación de las innovaciones y tendencias más avanzadas en gestión y tecnología hospitalaria, con especial atención al desarrollo de servicios de alto potencial como oncología o cardiología intervencionista, sin olvidar la atención, con igual excelencia asistencial, a las personas de edad.

Dedicado a Mateo que, igual que mis hijos, ha venido al mundo en el hospital “Virgen de la Luz”, a su tío Javier, una de esas personas especiales que conocí gracias a Antonio Melero.

Jesús Neira Guzmán