Celebramos un nuevo 1º de mayo, Fiesta del Trabajo o de los Trabajadores, en un contexto de crisis global de la que parece no se ve el final de agujero, sobre todo si tenemos en cuenta la escalofriante cifra de casi CINCO MILLONES de personas desempleadas y con un gobierno central empeñado en seguir aplicando reformas al mandato del FMI y del Banco Mundial en vez de mirar por las necesidades e intereses de las clases sociales más desfavorecidas de nuestro país. Y con unas elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina la opinión de los ciudadanos parece clara: sólo el 2% califica de buena o muy buena la situación económica. Pero la política tampoco se libra de este varapalo contundente: solo a un 6% le parece buena o muy buena. Y para el 83% el principal problema en España es el paro. (encuesta del CIS). ¡A buen entendedor, pocas palabras¡.
Ahora remontémonos en el tiempo y veamos como se celebraba antes esta Fiesta del Trabajo. En 1890 se celebró en España la primera Fiesta del Trabajo después que el año anterior en un congreso de partidos socialistas en París se decidió que en esta fecha todos los trabajadores del mundo se manifestarían por las ocho horas y otras mejoras laborales.
Con mayor o menor resistencia y oposición por parte de los diferentes gobiernos y regímenes el 1º de Mayo se celebró en nuestro país hasta llegar a 1931, recién proclamada la Segunda República Española tras el triunfo de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales de abril. Era costumbre ya hacer peticiones a las autoridades estatales y ese año entre otras se demandaba la ratificación de la jornada de ocho horas y garantías para su cumplimiento, medidas contra el paro y la carestía de vida, construcción de casas baratas, implantación de seguros sociales, creación de escuelas, legislación agraria, repoblación forestal o una ley de control de las industrias. Con algunas variaciones y actualizaciones es una tabla reivindicativa que las organizaciones sindicales podrían presentar este 1º de mayo de 2011.
Pero si nos vamos al año 1936, tras unos años de gobierno republicano de derechas que prohibió las manifestaciones aunque mantuvo la festividad laboral de esta fecha, podemos observar como las celebraciones fueron más multitudinarias que nunca sobre todo tras el triunfo de las candidaturas del Frente Popular en las elecciones de abril de 1936, que en la provincia de Cuenca se tuvieron que repetir en muchos municipios, sin que variara el resultado final. Ese año el pliego de peticiones al gobierno recogía exigencias políticas y de protección social entre las que podemos destacar la resolución del paro obrero mediante un plan de obras públicas y asignación, entre tanto, de subsidios de desempleo; semana laboral de 40 horas; la disolución de grupos armados de carácter fascista y monárquico; ayudas para el auxilio público a las víctimas de la represión de octubre de 1934 y depuración de responsabilidades por la mencionada represión tras la revolución obrera en Asturias.
Nuestros pueblos, por ejemplo en la Serranía sin ir más lejos, saben que algunas peticiones si se fueron cumpliendo ya que por primera vez, gracias a las inversiones presupuestarias del Estado, pudieron contar con redes de abastecimiento y alcantarillado, o con alumbrado público o se construyeron puentes, carreteras o escuelas; algo que podemos constatar en la documentación que obra en los respectivos archivos municipales.
En definitiva unas propuestas reivindicativas que el gobierno de la Republica supo recoger y cumplir en la medida de sus posibilidades y que ahora echando la mirada al presente comprobamos como las propuestas que desde las organizaciones obreras y sindicales se trasladan al ejecutivo de Rodríguez Zapatero no son escuchadas o si acaso se apuntan para disimular; mientras banqueros y grandes empresarios son recibidos en la Moncloa con alfombra y boato para dictar las recetas que hagan salir a España de la crisis desde una óptica que no perjudique sus intereses.
Mientras tanto en este 1º de mayo hay que renovar fuerzas para seguir peleando y reivindicando más derechos sociales, más empleo y un reparto más justo de la riqueza. Y hagamos bueno lo que decía Pablo Iglesias en “Vida Nueva”, órgano de expresión y “portavoz de la clase trabajadora organizada en la UGT de Cuenca” en los años treinta: “el Socialismo no ha fracasado, luego quienes tienen motivo para sentir pavor no son los explotados, no son los que luchan por que todos los hombres se rediman económicamente, sino los explotadores, los que quisieran que se perpetuase el régimen de desigualdad social en que vivimos hoy”.
Y hoy como ayer, salvando las distancias y actualizando la consigna con otros grupos sociales precarios e inactivos laboralmente hablando, con una apuesta por la unidad de acción entre trabajadores y sindicatos y fraternalmente repetimos:
¡¡ Uníos Hermanos Proletarios¡¡
Ángel Luis Castellano Bobillo