Hace poco alguien me dijo que era triste que para que se demostrase que los ecologistas teníamos razón, en relación a los peligros de las centrales nucleares, hiciera falta que ocurriesen el tipo de desgracias que están ocurriendo en Japón, al igual que lo era que para demostrar que la izquierda tenía razón sobre los peligros del neoliberalismo, hiciera falta una crisis económica. Esa reflexión me hizo pensar si realmente nos damos cuenta del verdadero peligro de aquello con lo que estamos jugando en materia nuclear, porque si nuestras conclusiones y respuestas llegan a ser, en este caso, similares a las que estamos dando a la crisis económica, da un poco de vértigo lo que puede llegar a pasar.
¿Que ha ocurrido con la crisis económica? A saber, la crisis la fomentó un sistema capitalista insostenible basado en especulación y en un crecimiento financiero sustentado en humo; la generaron los mercados, los bancos y las grandes empresas y le dio su base ideológica la derecha neoliberal. El sistema quebró como “la izquierda” había pronosticado, pero la respuesta ha sido seguir las indicaciones y dictados de los mercados, dar fondos y ayudas a los bancos y grandes empresas (con los cuales están generando beneficios históricos) y sustentar todos los costes del proceso en las espaldas de los trabajadores.
Consecuencias: más crisis, estados más débiles y manipulados, más paro y pobreza. Pero lo aguantamos, creemos que es “la solución” al problema, nos callamos y además seguimos votando a quienes lo justifican y fomentan. Y las nucleares, ¿acaso es la primera vez que la energía nuclear nos da un disgusto? La respuesta es un rotundo NO.
Ya los accidentes de 1979 en Three Mile Island (EEUU) y 1986 en Chernóbil (antigua URSS) nos dieron algo más que buenos motivos para estar sobre aviso. Sin contar con aquellos de los que apenas sabemos nada, como el que se produjo en el cementerio nuclear de Mayak en 1957 y que conocimos 30 años más tarde, o la, al menos, decena de accidentes más de considerables consecuencias. Aún así, todo ello no nos hizo despertar; se construyen nuevas centrales nucleares a petición de las grandes compañías eléctricas que mueven el mercado, ponen y quitan jefes de gobierno y acogen en nómina a los que les han favorecido durante su mandato. En el fondo lo más problemático es que, con todo lo que estamos viviendo, los accidentes en centrales nucleares no son la consecuencia más grave, solo la más llamativa.
Aun cuando no hay accidentes se generan residuos radiactivos altamente contaminantes que no sabemos tratar ni que hacer con ellos, lo que hacemos es almacenarlos en sitios que decimos que serán seguros durante 60 años (¿tan seguros como Mayak?), pero que quizá una crisis económica en 2071 no nos permitirá trasladar; verdaderas bombas de relojería para nuestros hijos y nietos.
Es como si en 1951 (no hace tanto, ¿verdad?) hubieran decidido dejarnos un artefacto mortal para que ahora nos ocupáramos de él. Pensándolo bien, en realidad es precisamente eso, hay almacenes de los años 50 completamente inseguros, generando enormes problemas de gestión y contaminación pero no se sabe que hacer con ellos en mitad de la crisis actual.
Y eso pasa no solo en grandes potencias decadentes como Rusia, el Cabril en España es un ejemplo de esta problemática. ¿Vamos a seguir generando más residuos como legado a las generaciones futuras? La energía nuclear no es la solución, es un gravísimo problema, como no es la solución dejar en manos de quienes generaron la crisis económica la solución de la misma. No vuelvo sobre esta comparativa gratuitamente, y es que en realidad son los mismos quienes mueven los hilos de ambos problemas.
Nos mienten en ambos casos diciendo que tienen la solución, y ni la tienen ni la buscan, porque lo único importante son los beneficios y en tanto que la energía nuclear se los genere, seguirán apostando por ella y dictando lo que debe hacer a quien llegue al sillón presidencial. Porque, al fin y al cabo, si bancos y compañías energéticas pagan las campañas de los grandes partidos y tienen en nómina a los expresidentes de los mismos, es “normal” que les dictenlo que deben hacer.
Hay alternativas a la energía nuclear, al igual que las hay al capitalismo neoliberal, solo hay que dejar de depositar nuestra confianza en quien nos venda los ojos para que no nos molestemos en buscarlas y que son títeres de esos poderes en la sombra; los que nos dicen que no hay más solución que la suya y que la Energía Nuclear no es un camino sino que es “El Camino”.
Víctor M. García de Lucas
Responsable del Área de Salud y Medioambiente Izquierda Unida de Mota del Cuervo