El pabellón polideportivo El Sargal vivió otra tarde-noche para el recuerdo. El BM Cuenca, en su complicado debut liguero, encendió su “caldera” para conjurarse con su afición, y acabó brindándole no solo dos puntos de oro, sino además un partidazo que dispara aún más si cabe la ilusión, en la ciudad de la Casas Colgadas, por este bellísimo deporte llamado balonmano.
Con la profesionalización de la Liga Asobal, ahora más que nunca, ese binomio afición-equipo tiene que ir “in crescendo” gradualmente, ya que se torna imprescindible para que el nuevo e ilusionante proyecto de esta entidad deportiva no desfallezca; sino todo lo contrario, en una ciudad que respira, por larga tradición, balonmano por los cuatro costados, tiene que ir cogiendo cada vez más fuerza en aras de conseguir mantener el mayor número de años, en la élite del balonmano español, a uno de los clubes más representativos de Castilla-La Mancha.
Aparte de las buenas sensaciones y del campanazo que protagonizó el equipo presidido por Isidoro Gómez en el estreno de Liga; la otra excelente noticia que se desprendió de este encuentro, fue el resurgir de la magia de El Sargal: “La “sargalina” volvió para quedarse”. Como quedó patente durante los sesenta minutos de encuentro: la pasión, la entrega y el apoyo de la grada local a su equipo fue total; y este factor, a la postre, fue clave para que Cuenca pudiese derrotar al histórico BM Granollers.
El refugio de los verdes, en este inicio de curso, volvió a rugir como antaño; convirtiendo a la afición conquense en un incalculable baluarte para los pupilos de Lidio Jiménez. A la finalización del encuentro, tanto jugadores como el técnico conquense expresaron sus emociones y también su enorme gratitud hacia su incondicional parroquia. Por último, el director general del club, Francisco Javier “Zupo” Equisoain, se mostró confiado en que este año habrá una comunión perfecta entre afición y equipo.