La procesión 'Camino del Calvario' de la Semana Santa de Cuenca, popularmente conocida como 'Las Turbas' y que congrega a miles de personas, se ha quedado sin poder recorrer las calles de la capital conquense en la madrugada de este Viernes Santo por cuarta vez en los últimos seis años.
La procesión más emblemática de la Semana Santa de Cuenca, de Interés Turístico Internacional desde el año 1980, sólo ha podido desfilar con normalidad, en los últimos seis años, en 2022 y 2023, ya que en 2019 y 2024 ha quedado suspendida por la lluvia, y en 2020 y 2021 la pandemia impidió la celebración de la Semana Santa.
Incluso en 2018 no pudo completar su recorrido, y tres horas después de la salida las hermandades tuvieron que acortar la procesión a causa de la meteorología.
La suspensión de este año se ha decidido por unanimidad y en aplicación de los protocolos de lluvia que el desfile tiene marcados, y que recogen que si la previsión de lluvia supera el 80 por ciento en algún momento del tramo horario del recorrido, no sale la procesión.
Se suma a la cancelación de la mayoría de desfiles de la Semana Santa de este 2024, algunos también con varias horas de antelación ante la certeza de las malas previsiones, como Paz y Caridad el Jueves Santo o el Silencio el Miércoles Santo.
La procesión del Perdón, el Martes Santo, tuvo que encerrar sus pasos en la Catedral apenas dos horas después de la salida, el Lunes Santo el desfile de la Vera Cruz, o de las Siete Palabras, realizó su recorrido penitencial por el interior del templo mayor conquense, ante la imposibilidad de salir por la lluvia.
Es difícil encontrar en este siglo XXI una Semana Santa tan perjudicada en Cuenca por la lluvia como este año y esta por vez si supera a 2013, un año en el que salieron únicamente tres procesiones a la calle.
Hasta el momento, en este 2024 sólo ha salido una, la del Domingo de Ramos, y las previsiones no favorecen ni a las dos que quedan el Viernes Santo, El Calvario y El Santo Entierro; ni al Duelo del Sábado Santo o al Encuentro del Domingo de Resurrección.
Además, este año la procesión Camino del Calvario hacía una apuesta por la inclusión, a través de un acuerdo entre el Grupo Turbas y la ONCE que contemplaba que una veintena de personas invidentes participasen con sus tambores en la procesión, en el recorrido de la parte baja de la ciudad.
Una iniciativa que esperaban prolongar en el tiempo, en busca de la normalización, y que tendrá que esperar hasta el año que viene.