Un clásico de todos los años cuando llega octubre y finaliza el verano, es comenzar a escuchar en las noticias, que en el último trimestre del año aumentan las crisis familiares y de pareja tras las vacaciones de verano.
Según la Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios (ENSD) publicada por el INE (Instituto Nacional de Estadística), se produjeron 77.200 divorcios en el año 2020, y 93.505 en el año 2021, un 2,7% más que el año anterior. Los datos reflejan que en España se producen más divorcios durante el tercer y cuarto trimestre del año, e incluso, conforme aumentan el número de años que el matrimonio se ha mantenido junto, aumentan de la misma manera los procesos contenciosos sobre los divorcios en los que existe un acuerdo mutuo.
Los psicoterapeutas de familia y de pareja Esmeralda Zafra y Jose Gárate, de Zaida Espacio de Salud, expertos en relaciones familiares y ayudar a las familias a identificar, expresar y validar cómo se están sintiendo y cómo se quiere estar en la propia familia, destacan que, «en el mejor de los casos, en verano, las relaciones cambian a mejor, puesto que tanto padres como hijos, en vacaciones, tienen menos tareas cotidianas que hacer y pueden disfrutar de actividades de ocio. Pasan más tiempo juntos y aprenden cosas nuevas unos de otros. Sin embargo, existen entornos familiares en los que hay problemas relacionales, bien entre la pareja o entre padres e hijos. En estos casos, las vacaciones se convierten en una cuesta arriba, llena de sufrimiento al tener menos tiempo individual».
Aunque los datos demuestran que hay más crisis después de las vacaciones, suelen empezar meses y en ocasiones muchos años antes. Lo que suele ocurrir es que durante el año (o durante el curso escolar si se tienen hijos o hijas), se lleva un ritmo muy intenso: trabajo, horarios extensos, obligaciones varias… El «no tener tiempo» es un muy buen refugio para evitar pasar tiempo con tu pareja o familia si no te apetece, esquivar los temas difíciles porque «estamos demasiado cansados para hablar» y para no tener que hacer frente a los conflictos que, más o menos soterrados, se van instalando en la relación. Salir de la rutina es un reto que tiene sus ventajas e inconvenientes.
Cuando finalizan las vacaciones y ya no queda donde refugiarse, no nos queda más remedio que mirar a tu pareja y a tu familia a la cara, y ahí es donde se empiezan a destapar las dificultades.
Pero ¿la única opción que le queda cuando está ocurriendo esto es el divorcio? Aunque hay parejas y familias que tienen claro que su solución pasa por la ruptura, hay otras muchas que intentan solucionar estas crisis por su cuenta para permanecer unidos. Cuando no han sido capaces de mejorar las relaciones familiares por ellos mismos, es el momento de acudir a terapia familiar o de pareja, como una alternativa a la ruptura y antes de que las dificultades se agraven con los hijos, parejas, hermanos, etc., alternativa que vienen ofreciendo Esmeralda Zafra y Jose Gárate, en la localidad de Cuenca, en Zaida Espacio de Salud, referente en el cuidado de la salud de todos los conquenses.
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