La oruga procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa Schif) es considerada la plaga forestal más extendida del sur de Europa y una de las plagas más nocivas para pinos y cedros, los cuales debilita, a la vez que favorece la acción de otras plagas. Además, también son muy peligrosas para personas y animales domésticos, ya que, en su estadio larvario, presentan una serie de pelillos urticantes que si contactan con la piel o mucosas pueden provocar diversas afectaciones dérmicas y respiratorias.
El ciclo de vida de la procesionaria se compone de una fase larvaria, una fase crisálida y una fase de adulto, en la que procesionaria del pino se convierte en una mariposa nocturna de color gris ceniza. Las mariposas aparecen en verano y realizan la puesta a finales de este período. En cada puesta, las mariposas pueden llegar a poner de 120 a 300 huevos sobre las hojas de los pinos, de las cuales se alimentan en su fase larvaria.
Posteriormente, al cabo de 30-40 días (en otoño e invierno), los huevos eclosionan y las larvas se resguardan durante los meses más fríos en bolsones con pelos sedosos de color blanco en la parte más soleada del árbol. Una vez completadas las 5 fases larvarias, las orugas empiezan a bajar en procesión por el tronco del árbol hacia el suelo, donde se enterrarán, formarán un capullo y pasarán a la fase de crisálida (que puede durar hasta 6 años), esperando transformarse en mariposa.
Las primeras fases larvarias son el momento crucial para actuar
Aunque existen actuaciones para evitar la oruga procesionaria en todas las fases de su ciclo de vida, los expertos de Anticimex, empresa especializada en control de plagas y sanidad ambiental, recomiendan tratarlas en otoño, cuando las larvas son más pequeñas y, por ello, más vulnerables.
En este sentido, Eduard Durany, Gerente Técnico de Anticimex, destaca: “Aplicar estas medidas en otoño evitará el descenso de las orugas en procesión hacia el suelo, y, en consecuencia, también podrá evitarse uno de los momentos de mayor riesgo de la plaga, el contacto con los seres humanos y animales domésticos”.
Así pues, la compañía ofrece un servicio que consiste en unas inyecciones de baja presión en el tronco del árbol mediante las cuales se introduce una cantidad de producto insecticida que se dirige directamente a los vasos vasculares del árbol, hasta distribuirse al resto de tejidos del árbol. Cabe mencionar que solo será necesaria una actuación para controlar toda la plaga, convirtiéndose, así, en la alternativa más segura y ecológica.
Desde Anticimex se apuesta en todo momento por las técnicas más novedosas y los productos más eficaces, respetando al máximo el medioambiente. Por ello, todos sus tratamientos fitosanitarios se caracterizan por métodos sostenibles que huyen de la utilización de biocidas y fumigaciones.